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Imprasiones
de
un
extraño
á
la Facultad de Ciencias
¡Oh la facultad de ciencias!-me de–
cía el otro clía un amigo-tu no sabes
lo que es eso; lo mejor que hay en San
:\la
reos. Ante tH n buen juicio decidí
c1a1·
un paseo por dicha facultad. En
efecto, me constituí al día siguiente en
élla cleseoso ele pnsa,· nu buen rato ol–
vidando los afanes de mi facultad. Sus–
tituido , pues, un buen humor que no
se ele donde me salió y decidí entrar.
¡Cataplúm! lo que yo me esperaba
Sentados en una banca habían cosa
de 6
ó
7 alumnos;
.Y
el cataplúm lo digo
no porque me hubiera sido ingrata su
presencia sino porque constataba una
suposición que me había hecho antes
de entrar. En efecto, los silbidos que
oí n~edia cuadra antes partían de allí.
¡Que graciosos! En ese momento cam–
biaban un couplet que canta la Mar–
tín en el :Vl unicipal por una marcha
fúnebre que tocan las bandas del ejér–
cito en los entierros. Paso por allí
medio empavado procurando no lle–
Yar el paso con lo que silbaban que de
seguro huhiera sido causa de una riso–
tada de parte de estos alegres jóvenes
y saludo Rl único que conozco; adíos
fulano ¡Adio . me contestan los siete
en coro. El fulano hacía veces de di–
rector de orquesta. Seguí adelante
mas acordándome del juicio de mi
Rmigo corno no Yiera nada extraor–
clinario me detuve creyendo observar
;cllgo con detenimiento, pero .........na-
da. Quizás,me dije para mis ader.tros,
mi amigo me habrá dicho por lo de la
música, porque lo que es los jardínes
con plantas, verdecitas por supuesto,
como en todas partes; unas columnas,
como en todas partes ....... redondas,
una pila que echa agua etc. Lo que
me llamó la atención fué un enorme
embudo colocado sobre un depósito,
varios termómetros y un aparato de
madera de doble techo que yo supuse
serían piezas domésticas que el port~–
ro había sacado a Yentilar al jardín.
En ese momento l0s amigos de la mú–
sica
se
iban con su música a otra par–
te: al patio de Jurisprudencia. Verda–
deramente me causaron admiración.
l\lás adelante en otro pasadizo un
grupo había puesto una banca frente
a la otra. Charlaban en voz alta unos,
inflaban una bola de foot-ball otros
mientras que en las pizarras dos o
tres caricaturas con sus respectivos
apodos causaban el entretenimiento
de otros tantos joven...:itos que lasco–
mentaban. Se ve, pues, que a los de
Ciencias les gusta mucho divertirse y
que no les faltan medios para éllo. Yo
que doblo hacíaotropa~adizoy me doy
fuerte tropezón con un elegante que
jugando con su bastón entre los de–
dos pretendía, imitar al de los grotes–
cos a la par que a la Martín en eso de
La moda es en Bu<lapest-Como en Pa–
rís-y en Austeditz-Pero no en Lima–
porque este clima-para eso no es-me
dieron ganas de contestarle-Si se ha-