ALMA LATINA
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ella dejó en mi ánimo!
~
las seis de
la tarde vistíendo un .
cornplet
impe–
cable, ostentando una corbata irre–
sistible, sembrando conjuntivitis con
la blancura fulgurante de mis escar–
pines, me dirigiría al Excelsior, al
Cinema Teatro o al Colon».
¡Cuánta verdad, 'bien amarga por
cierto , encierran las anteriores líneas!
Vanidad, inconsciencia, estrechez es–
piritual y en muchos casos cretinis–
ñ10
bien vestido, · ·eso es, salvo muy
contadas excepciones, nuestra rumo–
rosa j nventud dorada.
¿Qué puede esperarse, qué pued e
esperar"' nnestra desventurada nacio- ·
nalidad, de nna ju'::entud que así se
revela huérfaná de ,toda orientación?
Vi v~ ella la efürn~ri vida del instan–
t e. Nunca sintió la t9rturadora in- ·
quietud del potvBÚÍr, ese vago _anhe–
lo recó.ndito q u.e es patrimonio- es–
elnsi vo de las armas 'seli c tas.' N nnca
se rindió al sacrificio . Cultiva el
chisme d(? sociedad y otros chismes
y distra e solemnemente sus oc.i_os,
que son muchos, entre el suplérp\311~
to de modas de un
magazine
éüal–
quiera y las insustanciales
y
frívolas
charlas de los um.brales de las confi–
terías del
centi·o.
Maestra en malevo–
lencias, no hay para ella inmacula–
das honradeces ni ha.y só lidas repu–
taciones. La banal suspicacia de que
a. menudo alardea, llena de fatuidad ;
le halla oculto sentido a la más san–
ta
y'
austera de las intenciones. Fa–
miliarizada con el disimulo y los re–
covecos
y
las tortuosidades mímicas,
siempre hace a los demás a su deteR–
table semejanza. Y así vi ve y así
alienta. Y así , dueñ·a de un relativo
1
ele un tri ste bienestar material , 3¿va
ra de sus comodidadés, pasa por la
vida a ras d e ti erra. sin m.arcar una
'
,
huella, sin señalar un surco. Y por–
que no conoció el dolor, que todo lo
enaltece, no ama la noble
y
santa
vida espiritual, que es la verdadera
vida.
.
Pero es así toda la ju·vent.~d nues–
tra. Yo sé de otra juventud q-ue es–
tudia y que sueña-¡oh divin!1 virtud
de soñar!-y que se duele en el al–
ma de nuestro lacerante y mediocre
vivir actnal. Una juventud que, en–
tre otras cosas, detesta la política
partidarista-esa. cos_a inmunda que
entre nosotros es la política-y que ,
tiene el alma toda entera puesta en
i
más altas y desinteresadas especula~
ciones. Vi,·e ella en la son1bra, en
loab le
y
sereno retraimiente, lejos de
ridíct-ilot, exhibícioni smos
incondu–
centes, y porque lleva R1uy adentro,
muy en el fondo -del alma, el sacro
sentimiento d_e la 11acio11alidaq, y por
que es fuerte
"y
dueña de nn sál vador
entusiasmo, sufre la evidente miseria
de los días actuales y cree en el ad–
venimiento de mejores días. Y en nn
sereno ambienle de meditación, llena
·de amor y de fé, cultiva en si lencio,
para más 'tarde, la inestimable mara:.
villa de su reino interior.
'
Pero-¡oh ete111a y lamentabiecon~
dición de los humanos!-muchos son
los que se rinden, muchos los
q~~
al
fin delinquen, y no pocos los 'que
perdida la ~a lvadora
fé
y con el al–
ma rota, buscan en extrañas tierras
el calor que sus almas selectas nece–
s itan
y
que no encontraron en esta
desventurada tierra, merecedora de
otros hombres
y
de muy otros desti–
nos. ¿No es verdad Sassone?
E.
CASTERO'r Y ARROYO.
Lima, ---:-1915 .