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ALMA LATINA

ras: charlas discretas

y

ligeras, cuyas palabras se olvidan, pero cuyo re–

cuerdo queda indeleble en el corazón. Por entre las rudezas de nuestra plu–

ma se deslizó algo de lo que vive y de lo que palpita en la gracia limeña

de una sanpedrana y á veces logramos aprisionar algún destello de su her–

mosura entre las frases de alguna incógnita silueta.

Y junto al rosal perfumado y evocador de la gracia fem~nina pusimos,

los clavele·s rejos de la juventud so_ñadora y ardorosa de San Marcos. En

la sección de la Quincena, copiamos alegremente algo de la vida risueña y

juvenil de los claustros, que algún habremos de releer con cáriño. Y por úl–

timo en la Lira Americana descorrimos el velo de la poesía grandiosa

y

fe–

cunda de una nueva literatura prestigiada por Gutiérrez Najera, Nervo, He–

rrera Reisig, lVIirón, Darío, Lugones, Chocano, por no citar sino los más

grandes.

Hemos recor.iido sin quererlo toda la colección de «Alma Latina». Por

nuestra .mentq ha pasado y' se ha ui1ido en una maravillosa conjunción el

pásado y el presente literario. del Perú, junto á los nuevos y . prometedores

retoños. H emos unido la dulzura virginal y amorosa del alma sampedrana

con la locura soñadora de los carolinos ' dé ' hoy

y

nos sentimos satisfechos

de habei: así expresado el pasado y el porvenir, el amor y la gloria.

Llegamos al término. El nuevo año es como una senda abiel.'.ta é inci–

tante. Nos preparamos á segtürla con la ayuda de nuestros carísimos lec–

tores.

Tengan Uds. un felíz año nuevo .

-

.

u-1,11-1111-1111-1111-1111-1111-un-1111-1111-1111-uu-nu-1111-1111-uu-1111-am-1111-11,,_,.

FIGURAS EXCELSAS

DON MANUEL ATANASIO FUENTES

Yo recuerdo haber escuchado en

esas conversaciones con que los.bue–

nos viejos añoran el tiempo que fué,

un nombre repetido siempre con una

dulce sonrisa, r ememorad ora de algu–

na genialidad que hizo reir mucho

algún día de primavera c_uando ha–

bía juventud en el alma y sonrisas en

el corazón.

·

Este nombre recordado siempre

con entusiasmo y ·con orgullo, impo–

nía en mi mente, algo como un in–

quieto deseo de seguir esa senda que

tan gratos recuerdos deja ha y ser

conio el dueño de aquel nombre ama-

do por la risa eterna y por la gota

de alegría gne supo deslizar e11 el cá–

liz

rebosante de ]a s amarguras. Este

nombre era e l de Mannel Atanasio

Fuentes.

Han corrido los años gnit:ando

á,

la risa de Fuentes el mérito de su

oportuuidad. Mnchas ironías sutiles

y

alusioues· ingeniosas

á

los .hombres

· de ~nto11 ces pasau desapercibidas hoy

y

s111 embargo la risa acude á los lá–

bios leyendo algún artículo de «El

Murcíélago », de «La Broma» ó al–

guno de sus Aletazos.

El

prestigio de Fuentes no muere