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ALMA LATINA
esos ojos
y
esa blancura. La poseyó
la Misan tropia.
Y
ya le asedi aban
los dieciocho años, ya sentía ella en
todo lo que la rodeaba ef':e terrib le
asedio acechante que es heraldo de
algo desconocido
y
hermoso . Aun
eso no pudo sacarla de su muti smo
lleno de r ecuerdos. E lla nnnca había
amado muñecas. No la habían enlo–
quecido los chismecillos iu compren–
sible.s de sus amiguitas. Nunea se ba–
bia preocupado de saber por qué al–
gunos de sus primos la decian fraf':es
de extraño sentido elogioso. Todo lo
había encontrado en ese gato mise–
rable cuyas pupilas fu er on para ell a
una intensa lección de lttz
y
de in–
tensidad espresiva
y
casi Yerbal.
Entre las esp irales de esta vida
triste
y
lacrimosa de saudades y de
inquietudes, coi10ció un día a un
hombre venido de tierras que ella, la
pobre Alicia, ni en sus mejores lec–
ciones de geografia pudo sospechar.
Era un h ombre metáli camente rnbio
y
espectralmente blanco .
Y
en el
fondo de sus pupilas azules palpita–
ba una ll ama de olipila. A licia ob–
servó que esos oj os cambiaban de ta–
maño, de co lor
y
de luz cuando ell a
hablaba. Notó que en cuanto sn voz
rompiasn cr: stal en el ambiente t ran–
quilo de las salas, los ojos cobraban
múltiples
y
luminosas ex presiones
que sólo Alicia supo descifrar.
Y
cua ndo aquel hombre, rodeándose de
sigiloso ambiente confiden cial, musi–
tó jun to a la cabeza de Al icia, frases
llenas de un extraño misterio solici–
tado r y profundo , frases que Ali cia
no entendió , pero que no supo res–
p onder, sintió e lla ese romántico
amor que la hizo mirar a s n gato de
l~jos, mimándo le de l ej os, queriéndo–
le mucho sin tocarlo nunca.
Pero una vez, en una tarde de ve–
rano, dorada, radian te
y
plena de in–
cógnitos estímulos, A li cia se quedó
mirando, embobada de romanticis–
mo, a aq uel hombre tan lleno de fe–
linas inquietud es,
y
pensó lo que
nunca pensara en las mej ores horas
que pasó junto a aquel gato inolvi
dable.
- ¿
Y
s i le tocara?
Un dest ino, funesto co rno un fá–
turn sispi ria 110, hizo que aque l hom–
bre adiv inara aquel pensar. ·
Y
he aqui de cómo quedó para
siempre r oto e l d ulcisimo
y
encanta–
dor misterio romántico que, iniciad o
por un gato en la hora de una niñez
blonda
y
azul, no pudo ser h1an.teni–
do por un h omb re, en el n1'1'n.lito ca–
pitoso
y
t umul tu trio de unÍi adoles-
cencia fugitiva.
· ·
FEDERICO l\foRE.
,-011-1H1-t1n-1111-1111-1111-1111-1111-1111-1111-1111-1111-1,,1-1111-111,_.,,,,_,,,,-,,n-,,--..
CONTRASTESM
Puesto cierta vez a divagar sobre
la monotonía dé este manso e inco–
loro vivir nuestro, lamentábase
Ca–
botín-delicado cr onista aristocráti–
co a quien todos conocéis-de la fri–
volidad e inconsistencia espiritual
de nues tra juventud dorada.
Y
decía:
«¡Ah, quien me diera el alma simpre- ·
y
primitiva, nunca d esflorada por un
pensamiento grave, nunca peJ?turba-
da por lectnras serias, nunca estre–
mecidas por la inq ni. etud del futuro,
nunca soliviantada por un sentimien–
to hondo, nunca r equerida por la
idea de patria, de un jovencito lime–
ño de las nuevas generaciones! ¡Si
entre ellos me contara, con qué elo–
mi,_entes fras es os r elataría el argu–
mento de la última película
y
os co–
municaría la impresión indel eble que