ALMA LATINA
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guientes
a quienes deseamos toda
clase de felicidades y pronto regre–
so .... en «marzo» .
J ose Luis Llosa Belaunde
y
Luis
Polar, a Arequipa.
Juan Debarbierí a Huánuco.
Darío Acosta C. a Yurimaguas.
Aurelio Villagarcia, Roberto Boza
y Salvador Boza a lea.
Gerardo Rosell, a Cajamarca.
La señorita Blanca Rosa Figuero–
la
a Chepén.
De la repartición de premios y
clausura de la Universidad, diremos
que fué una ceremonia solemne, que
los contentados salieron muy conten–
tos y que no fuimos a ella porque en
1el colegio de los Jesuitas había a esa
misma hora una concurrencia feme-
nina excepcional, de esas cuya mar–
ca exclusiva es «Alma Latina».
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LIRA AMERICANA
Ondas muertas
En la sombra, debajo de tierra,
donde nunca llegó la mirada,
se deslizan en curso infinito ·
si lenciosas corrientes de agua.
Las primeras, al fin, sorprendidas,
por el hi erro que rocas taladra,
en inmenso penacho de espumas
hervorosas y limípidas saltan.
Mas las otras, en densa tiniebla,
retorciéndose siempre resbalan,
sin hallar la salida que buscan,
a perpetuo correr condenadas.
A la mar se encaminan los rios,
y en espejo movible de plata, .
van copiando los astros del cielo
o los páEdos t intes del alba.
Ellos tienen caudales de flores,
en su seno las ninfas se bañan,
fecundizan los fértiles valles,
y
sus ondas son de agua que canta.
En la fuente de mármoles níveos
juguetona y traviesa es el agua,
como niña que en regio palacio
sus collares de perlas desgrana:
ya cual flecha bruñida se eleva,
ya en abierto abanico se alza,
de diamantes salpica las hojas,
o se duerme canntando en voz baja.
En el mar soberano las olas
los peñascos abrúptos asaltan:
al moverse, la tierra conmueven
y en tumultos los cielos escalan.
Allí es vida
y
es fuerza invencible,
allí es reina colérica el agua)
como igual con los cielos combate
y con dioses y morn,truos batalla.
¡Cuán distinta la negra corriente
a perpetua prisión condenad.a,
la que vive debajo de tierra
do ni yertos cadáveres bajan!
La que nunca la luz ha sentid-o,
la que nunca solloza ni canta,
esa muda que 11aclie conoce,
esa ciega que tienen esclava!
Como ella de nadie sabidas,
como ella, de sombras cercadas,
sois vosotras también) las oscuras
silenciosas corrientes del alma.
¿Quién jamás conoció vuestro c1.1rso?
¡Nadie a veros benévolo baja!
y muy hondo, muy hondo se extie~den
vuestras olas cautivas que callaí1!
Si camino os abrieran saldríais
como chorro bullente de agua,
que en columna rabiosa de espuma
sobre pinos y cedros se alza!
Pero nunca jamás, prisioneras ,
se1 tiréis de la luz
la
mirada:
seguid siempre rodando en la sombra
silenciosas corrientes del alma..
MANUEL GuTIERREz
N
AJERA.