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ALl\IA LATINA
Rincón amable,z
Srta. Narcisa Cisneros Sánchez
Srta. Mercedes Garcfo, Calderón
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Cue,nto inocente
Era el día de los premios. Las co–
legialas
se iban. Abanrlonaban los
claustros para vola r como las golon–
drinas hacia las tierras de la luz
y
del
-sol. Y al salir con sns ·premim; deba–
jo del brazo, risueñas
y
adorab les el
girón pareció por nn 11101n e11 to , ba–
jo la caricia del sol
y
po r el uni fo r–
me blanco de las colegialas, como nn
campo de lino que empezar a
á
flore–
cer ó como si un manoj o de jazmines
se hubi era deshojado en el aire. So–
lo las alumnas de la tercera clase, las
que
salían ese año del Colegio, las
que no debían volver quedaban toda–
vía
á
la puerta como si no se decidie–
ran á abandonarlo. P er o no era solo
el cariño á los claustros lo que dete–
nía á las traviesas pollitas en el gru–
po misterioso. Había algo más
y
ese
algo debía ser lo que decía una vivaz
chiquill a de ojos negros
y
11aríz re–
mangada
á
la qn~ tndm; escuchaban
atentamente. Por de pronto era un
pnnto i11teresa11tisim., e l q ue se de–
batía, porque a l terminar de hablar
1a vivaz co leg ia la hnbo en el g rupo
nn mu rmnllo de aprobación . Des–
pné. ., de lo cnal
.Y
t r ,1.,;;
tiernos co lo–
q nios de despedida. todas se fueron
abrazando
y
alejándose en grupos
animados
y
risueños. Solo quedó
una chiquill a delgaducha
y
nostálgi–
ca. Ella no tenía amigas con quien
i rse. Porque era fea
y
hasta podía
decir se contrahecha.
Su
rostro no te–
nía la frescura ni la animación de las
demás. Sus ojillos eran grises
y
co–
mo apagados. Era Panchita Jime–
nez, la primera banda de mérito del
Colegio, prematuramente vieja
y
pre–
maturamente triste. Después de un
rato de medi tación en la plazue–
la, la chiquilla se encaminó, seguid.a