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7

ricotes? Ante su elocuente é inmere–

cido silencio pensamos que quizá si

la,,,sombra de Wundt es la culpa-

ble ..... .

· Y por último Tan-Kiú, la ·flamante

Tan-Kiú se prepara ooo ahin~o para

, la «comp_osición de tres»

y .

sus pe–

queños OJOS se han contraído más en

las noches de estudio sobre la Gra–

mática por Bruño.

Es desconsolador el espectáculo de

las salidas, antes tan bulliciosas y de

las vermouths en el Femina. Los po–

llos brillan por su ausencia, las po–

llas están poseídas de estudiomai1ía y

ª?ren la ~ot~1~ica en el tran via y

0Jean la antmet1ca en los rn.omentos

· lúcidos de las películas.

·

Esto es horroroso

1

como me dijo

ayer por teléfono Bebé.

Para terminar propondré

U;l

cam–

bio que será de agrado general. ¿Po'i·–

qué no vamos nosotros al SO. y

á

su

plural y vienen

ellas

á este S. Marcos

que también tuvo el suyo?

Yo creo que así se arreglaría todo

y no tendríamos que lame11tar d es–

gracias. ¡Cualquier día se jalaba el

Dr. Pérez

á .

uno de esos pimpollos

de San Pedro ó botoncitos de B elén!

Así viviríamos felices y contentos no

mil años como los príncipes de ' los

cuentos, pero sí los. tres fugaces y es–

perados meses de vn,caciones.

Gu·Y

DE TEYSAC.

¡

Pobre campana!

....

. Las campa_nas tienen un rol simpá–

tico y sugestivo en todos los pensio–

nados. Ellas parecen decir de los en–

tusiasmos y de las melancolías de la

casa. Los días de fiesta se agitan bu–

lliciosas y sonoras como si se ríernn

á

carcajadas . .Sollozan, triste, lángui.

damente en las horas de ·duelo. Sus

son,es tienen · para las colegialas mo–

dulaeiones de voces fl,migas y cariño-

sas que hablan níuy queda, muy ín-

timamentEl ..... .

.El timbre de la campana del col e–

gio no se borra jamás de la memoria.

¡Cuántos ansiaríamos volver

ii,

oír ese

toque amado de nna campana qu e

nos llamaba á diario para las clases

y para los recreos. En medio de los

sonidos de todas las campanas del

mundo, reconoceríamos el timbre de

esa campana tan único y tan amarlo.

. Y q uie;1 n:,ás se emociona, quien

steute mas intensamente, vibrar en

ella el alma de la campana es la eam–

panera. Pálida y triste reglamenta–

ria de San Pedro, cuyo pecho cruza

una m_e~ancólica banda azul. Alegre

y

bulliciosa campanera de Belén, que

corre por los claustros jugando con

los flecos de su banda roja de adora–

triz. Locuela y alborotada colegiala

de San J osé

1

en cuyas manos l¡oi, cam–

pana es como una desenfrenada mú-

sica de cascabeles

y

sonajas ....... .

·V uest~a es el alma de las campanas:

plegaria en San Pedro; cántico de

p_astores y ,de án&e~es, canto de glo–

n

1,

en Bel en; .musica de panderetas

y

de castañuelas en los jardines des–

lumbrantes de San José.

Hay entre la c~.ni.panera

y

s.u cam

pana una intenºsa historia de corres–

pondencias y de rnelaÍ1 colías. Ella

comunica á la campana el estado de

~·u a lma. Cuando la campanera está

pensati va el bronce

llfqna

perezoso

y

l e11to, como si m~d itar~ e.n co.sas muy

hondas y rnny tristes o como si fue-

ra á quedarse dormida ...... Cuando

la i·eglamentaria está contenta, la

campana se estremece d e alegría

y

llena los claustros con su sonoro tin–

~in1eo.

¿,~

0

ha°?éis pasado ~iguna vez

por delante de·un coleg10 y habéis

oído como grita la canipana? Cuán–

tas veces al oír ese regocijado toque,

que parece la locura de la campana

hemos dicho para nosotros: «La re~

glame nt aria está alegre. »