CAPÍTULO PRIMERO
El
17
de Julio de r 837 llegó a Lima la noticia de la revolu–
cion de Qulllota
i
de la muerte de Portales ( r ). El jeneral Santa
Cruz i sus prirciales creyeron o aparentaron creer conjurada la
guerra con Chile. En la misma fecha que acabamos de indicar
El Eco del Protectorado
decia
e~tas
notables palabra :
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El suceso a que se refieren los artículos que acabamos de
copiar, era uno de los desenlaces que los hombres de buen sen–
tido habian vaticinado a la posicion violentí ima en que se ha–
bian puesto las cosas en Chile. Era inevitable una catástrofe, i
(1) Segun documentos publicados en
El Eco del Protectorado
(número
estraordinario del 17 de Julio de 1837) el 5 de Julio por la mañana llegó a
Moquegua, al cuartel jeneral del Ejército del Centro, una carta fechada en
Copiapó a
2
5 de
]
unio i dirijida al
Cón~u
1 de la Gran Bretafia en Tacna
don Rugo Wilson. En dicha carta, de que se publicó solo un estracto pri–
meramente en
El Republicano
de Arequipa del 8 de Julio i dias despues en
El Eco,
omitiendo el nombre del autor, se da una noticia umaria i no del
todo verdadera del motín de Vidaurre i sus inmediatas consecuencias. Su–
po~e
que a la primera descarga que hicieron las milicias de Valparaíso con–
tra las fuerzas amotinadas, «Portales fué atrave ado por una bala,
i
apuña–
leado de un modo horrible». Portales (continúa diciendo la carta) fué nues–
tro factotum en Chile, un hombre de talentos superiores, un hombre que