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opinion de lo5 extranjeros residentes en la Confederacion;
cuando el Gobierno de la Gr,tn Bretaña ofrecia su mediacion,
que el mismo Santa Cruz babia mañosamente solicitado; cuando
el cónsul jeneral de aquel Gobierno se atrevia a declarar en
tono de intimacion al Gabinete
i
al mi mo Presidente de Chile,
que S. M. B. veria con sumo desagrado la continuacion de la
guerra con el Protector, siendo rnui posible que la impidiese
por la fuerza; cuando, en una palabra, el Gobierno de Chile se
hallaba solo en la demanda, al frente de mayores peligros, i sin
mas apoyo que la enerjía indomable de la nacion i la conciencia
de la gran causa que tenia entre manos.
En la exposicion de los motivos que habian obligado al Go–
bierno a reprobar los tratados de r
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de Noviembre
i
decretar
la continuacion de las hostilidades, el Presidente de la Repú–
blica declaraba con injém1a franqueza que jamas pudo entrar
en su ánimo el autorizar a los plenipotenciarios Blanco e Iri–
zarri para reconocer el cuerpo político i al Gobierno que se
proponia destruir:
r.
0
por considerarlos incompatibles con la
seguridad de Chile
i
con la paz del continente sud-americano;
2.
0
por haber intentado Santa Cruz derribar al Gobierno de
Chile i turbar la quietud de esta República, por el medio ale–
voso de una cruzada revolucionaria urdida bajo los auspicios
de Santa Cruz o de sus ajentes, i llevada a cabo por emigrados
chilenos en buquo:>s i con pertrechos peruanos; 3.
0
por existir
muchos antecedentes e indicios que acusaban la complicidad
del Protector en los amagos revolucionarios que se siguieron a
aquella cruzada, hasta el motin de Quillota; i 4.
0
porque la nueva
entidad política representada en la Confederacion Perú-boli–
viana, no era mas que el producto, concebido i anhelado desde
largos años, de una política astuta i mal intencionada i de una
intervencion escandalosa, que había parado en la usurpacion i
avasallamiento de dos repúblicas independientes.
11Al continuar Chile, harto mal de su grado (seguia diciendo
el Presidente) la carrera de la discordia, está seguro de que su
conducta corresponderá siempre a la moderacion de que ya
tienen pruebas irrefragables todas las naciones amigas. El co–
mercio de los neutrales, siempre perjudicado en las contiendas
de los pueblos en donde se hace, ha encontrado en la presente