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tendrán que aceptar estos sentimientos, que han rechazado en
vano durante once meses de inútiles
hostilidade~.
La huma–
nidad, el honor de la América, el respeto a la opinion de las
naciones cultas, escandalizadas de nuestras frecuentes discn–
ciones, el exacto desempeño de los deberes que me habeis
impuesto, guiarán constantemente mi conducta ...
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Santa Cruz, en consecuencia, intentó reanudar las negocia- •
ciones de paz, sea que temiese todavía un desesperado esfuerzo
del Gobierno de Prieto, en el caso de quedar subsistente des–
pues del motin de Quillota, sea (i es lo mas probable) que
comprendiese la necesidad i conveniencia de neutralizar
i
tener
por amiga a la República de Chile, haciendo desaparecer así la
animadversion contajiosa de su Gobierno contra el sistema pro–
tectora}, i evitando el amparo
i
proteccion que en el suelo chi–
leno encontraban los emigrados i enemigos de dicho sistema.
Buscó, pues, de paz a Chile, i al efecto ordenó a don Ca. imiro
Olañeta, que a la sazon desempeñaba el cargo de Ministro o
Secretario
J
eneral del Protector, promover la correspondiente
negociacion. Con fecha 3
I
de
J
u1io, Olañeta escribió al Mi-
ni 'tro de Relaciones
E.
teriores de Chile, una nota en que refi–
riéndose a otra de 8 de Diciembre último, enderezada a pedir
encarecidamente la paz, manifestaba que, a pesar de haber
cambiado la faz de los negocios de una manera estraordinaria–
mente favorable al Gobierno del Protector, éste, no obstante,
insistía en los nobles ofrecimientos que había hecho para evitar
la guerra, i consecuente a la lealtad de sus compromisos, no que-
ria contrariar su inmutable política amistosa, 11ni ménos abusar
de las ventajas de su posicion, causando males a un pueblo
amigo i hermano contra el cual nunca atentó i por cuya pros–
peridad hace continuos votos ... ,,
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El acta de los jefes i oficia-
les que produjo el acontecimiento de Quillota, (añadía Olañeta
en su nota) dice bastante cual es la opinion de Chile para la
guerra, las causas que hicieron nacer aquel suceso, i los escasos
medios con que se contaba para la cierta o supuesta espedi–
cion. Ese acontecimiento en sus antecedentes
i
consecuencias
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El Eco del Protectorado
de
22
de Julio de 1837, número 79.