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que expresa Blanco en su manifiesto; que muchos de los asertos

de este manifiesto están contradichos por oficios anteriores del

mismo jeneral; que habiendo manifestado algunos hCJmbres

prudentes, en vísperas de salir la expedicion, la opinion de que

no era suficiente el número de soldados, ni su dbciplina para

asegurar el feliz término de la campaña, había contestado cons–

tantemente el jeneral Blanco que Jicon diez chilenos le era sufi–

ciente para traer a Santa Cruz de la¡eta,11 i que en Arequipat

al tiempo de partir con el ejército para Poxi, lo babia procla–

mado diciendo:

11

No hai que hacer fuego, muchachos; para los

indios ba. ta con la culata.• , Siguiendo el articuli ta por lo jene–

ral al autor de los artículos publicados en

El Mercun·o

de Val–

paraiso sobre la campaña de Arequipa, entra en algunos por–

menores a cerca de las buenas disposiciones de Puno i Cuzco

para segundar los propósitos de la espedicion chilena, conclu–

yendo por imputar a la inercia e indecision de Blanco el malo–

gro de aquellas dispo iciones i el no haber impedido la concen–

tracion de diversas columnas i batallones en Puquina. Segun

la relacion del articulista, a fines de Octubre el jeneral Santa

Cruz se presentó en Puno (había salido de la Paz), acabando

con su presencia de

de~concertar

los planes revolucionarios que

algunos vecinos habían concebido, sin poder llevar a cabo por

la inercia del ejército restaurador. Santa Cruz apénas se había

hecho acompañar de una escolta de

30

hombres. Una compa–

ñía del número

2

le habia seguido

25

leguas a retaguardia. Allí

estaba ya el jeneral Herrera, a quien despachó luego para Are–

quipa, con el encargo de entablar negociaciones con Blanco, a

fin solo de entretenerlo

i

ganar tiempo miéntras se reunían los

cuerpos que el Protector aguardaba de Bolivia i del norte del

Peru. De todo esto tuvieron oportuno aviso los jenerales La

Fuente i Castilla i por é tos el mismo Blanco, el cual, no obs–

tante, recibió con gran agasajo a Herrera i conferenció con él

dos largos dias, guardando reserva hasta con el mismo Gobier–

no provisional. En estas conferencias fué incubado Paucarpata·

-Este artículo queda inconcluso-En otro se hace la refuta–

cion de la defensa de los tratados de Paucarpata de Irizarri–

En otra parte refiriéndose

a..

la falta de cooperacion de los pue–

blos peruanos a las miras de la espedicion chilena, dice:

11

Exijir