CAPÍTULO IX
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Al recorrer hoi dia con criterio desapasionado i con el único
propósito
d~
descubrir la verdad, las pájinas de este célebre
proceso; al compulsar los testimonios radicalmente contradic–
torios que en él se hallan consignados,
j
al ver que en las sus–
tanciacion de esta causa se omitieron trámites i procedimientos
que habrian podido dilucidar i esclarecer puntos de mucha im–
portancia, pues ni siquiera se intentó un careo entre el jeneral
Blanco i los que, como Castilla) Pardo, La Fuente, etc. le hicie–
ron los mas graves cargos, un sentimiento de perplejidad se apo–
dera del ánimo. Hai, es verdad, entre los testimonios contrarios
a Blanco, como en los mas serios escritos que en aquellos dias
atacaron su conducta militar, contradicciones e inexactitudes
flagrantes, que consisten en fechas equivocadas, en hechos mal
observados, en opiniones acojidas con poco discernimiento, en
interpretaciones i conjeturas formadas con lijereza, pero que de–
jan intacto el fondo de sinceridad i buena
fé
que se hace notar
en la exposicion de esos documentos. No es dable tachar de fal–
sarios
i
calumniadores a hombres de los antecedentes
i
carácter
de don Felipe Pardo, del jeneral Castilla
i
demas peruanos que
acusaron la conducta militar de Blanco. ¿Faltaron por ventura