En la noche del
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se tuvo noticia de que el enemigo trataba
de sorprender las avanzadas, por lo cual el ejército se puso en
marcha a las once; e hizo alto en el
lugar llamado la Ran–
chería en el llano de Miraflores, i se mantuvo sobre las armas
toda la noche. Pero habiendo resultado falsa la noticia de tal
amago, el ejército contramarchó a sus acantonamientos.
}Jor
~stos
dias llegó a Arequipa por órden del jeneral Blanco la
columna que con el mayor Frigolet habia partido de Valparai–
so en el berganlin
Napoleon
convoyado por la goleta
Peruviana,
con destino a Cobija. A este puerto boliviano, que tiene el mar
por delante i un desierto a la espalda, llegó Frigolet el 26 de Se–
tiembre
i
saltó a tierra a las seis de la mañana siguiente. En el
acto ofició al coronel don Pedro Castro, jefe político i militar
del ciistrito, dándole cuenta de la fuerza i recursos que llevaba
i
poniéndolos a su disposicion, segun órdenes del Gobierno de
Chile, para intentar una diversion por aquella parte
i
amagar
el sur de Bolivia. Castro le contestó diciendo que para mover–
se sobre Chacanci, distante
2
5 leguas,
i
luego sobre Calama
(IS
leguas mas) era preci o atravesar un espacio desierto donde
no babia agua, ni víveres, siendo por tanto indispensable llevar
consigo ámbos elementos, para lo cual faltaban bagajes; que en
lJegando a Calama, era preciso comprarlo todo al contado para
no desagradar al pueblo, i entre tanto no habia recursos pecu–
niarios; que la fuerza de
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hombres que componian la co–
lumna expedicionaria, era harto insuficiente, atenta la necesi–
dad de dejar una guarnicion en Cobija, para marchar segura
del objeto de la entrevista solicitada por el jeneral Herrera, ni de la confe–
rencia con iguiente. Pero creemos muí probable que el propósito de He–
rrera, indudablemente de acuerdo con
anta Cruz, fué disuadir al jeneral
Blanco de continuar la campaña, pintándole los peligro de que estaba ro–
deado, la imposibilidad de alcanzar un resultado feliz. i la jamas desmentida
disposicion del Protector para tratar i terminar amistosamente sus diferen–
cias rnn el Gobierno de Chile. El autor anónimo de la «Campaña del ejér·
cito restauradorn, publicada en
El
J.l
1
ercurio
de Valparai o (Enero de 1838)
cree que Herrera procuró engañar a Blanco en e ta entreví ta, haciéndole
entender que anta Cruz i el ej 'rci to boli\·iano se retirarían del Pen'1,
in
que fuera necesario el extremo doloroso de un combate con los chilenos.
Véase nota G en el Apéndice.