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huido, para que volvieran a 1a ciudad, so pena, en caso de

desobediencia, de perder aquéllos sus empleos i de pagar éstes

una multa. Como órgano de publicidad para las disposiciones

del nuevo Gobierno, creóse un boletín oficial.

Cuando la expedicion chilena desembarcó en Quilca, las fuer–

zas de la Confederacion perú-boliviana estaban divididas en

tres cuerpos de ejército: el uno ocupaba el norte del Perú

teniendo por centro a Lima; el otro, distribuido en destaca–

mentos, ocupaba los departamentos sudperuanos i formaba el

ejército del centro,

i

el tercero estaba en Bolivia, hallándose en

su mayor parte sobre la frontera del sur, a las órdenes del je–

neral Brown, para repeler al arjentino. Encontrábase el Pro–

tector· en la ciudad de la Paz, i comprendiendo que la intencion

de los invasores era apoderarse de Arequipa, propúsose reunir el

ejército del centro en Puquina, pueblo situado a 14 leguas, sur–

este de aquella ciudad i perteneciente al vecino departamento de

Moqueg-ua. Para reforzar este ejército dcbian reunírsele contin–

jentes llamados de los extremos de la Confederacion, sin esccp–

tuar la frontera arjentina, pues la campaña que por este lado

estaba sosteniendo el Protector, no le causaba gran cuidado.

Al llegar el jeneral Blanco a Arequipa, el ejército del centro,

al mando del mariscal Cerdeña, constaba solo de

2,300

hom–

bre, inclusa la division de López, que permanecía en Tacna, a

40

leguas de Arequipa. Era urjente obrar con rapidez, ántes

que este ejército pudiera reforzarse i ponerse en un pié compa–

rativamente formidable.

Era necesario, entre tanto, proveerse de recursos, aumentar

el número de caballos i acémilas, construir herraduras i proce–

der a la remonta de diversos útiles, como monturas, etc. No–

tando que había pocos artesanos, porque muchos de ellos o se

escondían o habían emigrado de la ciudad, intentó el jeneral

Castilla acuartelar a los herreros i mariscales para concluir

en el mas breve tiempo posible la operacion de herrar las caba–

llerías. Pero a esta medida se opuso el jeneral Blanco, por con–

siderarla contraria al papel que le correspondía desempeñar

como amigo i protector de los pueblos peruanos (7). Así, pues,

(7) Declaracion del jeneral Castilla.-Proceso cit.