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vívPrcs, de suerte que, agotadas casi del todo las prov1s10nes
que la tropa llevaba consigo, fué preciso racionada con sol,o
maiz en tanto que se conseguia mejor sustento. En medio de
las continjencias e irregularidades de esta marcha, causadas
particularmente por la falta de caballos
i
animales de carga,
hubo ocasiones en que el mismo jeneral en jefe se encontró con
una escasa comitiva, casi aislado
i
a merced de . cualquiera
hombre de empresa.
El r r de Octubre regresó al cuartel jeneral el parlamentario
(comandante Espinosa) enviado por el jeneral Blanco al
pr~fecto i comandante jeneral de Arequipa, sin mas noticia que la
de haberse tiroteado los milicianos de aquella ciudad con las
avanzadas del ejército chileno; el cual siguió avanzando ese
mismo dia, subió una cuesta dilatada, atravesó luego un arenal
como de cinco leguas, i continuó por cuestas
i
laderas que, a
cada paso ofrecían posiciones que, a ser aprovechadas por el
enemigo, habrian puesto en grandes conflictos al ejército inva–
sor. En la média noche del r
I
llegó éste al puente de U chu–
mayo, del que ya estaba en posicion un destacamento al mando
del mayor Martínez. El
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se juntaron al grueso del ejército
los cazadores a caballo,
i
este mismo dia se presentaron al jene–
ral en jefe cuatro vecinos de Arequipa para manifestarle que
decía
El Eco del Norte:
«Ese candor singular con que el señor Blanco pro–
fiere sus quejas contra nuestras hostilidades, si bien puede manifestar una
nobleza exajerada de sentimientos, unos principios propios de los siglos
de la caballería andante, poco aplicables en verdad a las reglas que dirijen
largos años ha la conducta de los jenerales que entienden su oficio, solo se
presta a comentarios cómicos o jocosos...... Hasta que el señor Blanco
nos ha dado las lecciones que encierra su nota, ignorábamos este nue'\'O
método de hacer la guerra, brindando galantemente al enemigo todas las
atenciones de la cortesanía, toda la abundancia de los banquetes i todos
los goces de la paz. Parece que el jeneral que discurre de esta manera, no
tuviera la menor idea de los horribles males que la guerra produce, ni de
los hondos i penetrantes jemidos que arranca a la triste humanidad ...... »
Pocos dias despues, el jeneral Blanco, en carta datada en Arequipa a
18 de Octubre i dirijida al presidente Prieto, le decía que la especie de
guerra organizada por «el Vándalo de Santa Cruz», babia impuesto muchas
fatigas al ejército de Chile. (Carta agregada al proceso del jeneral Blanco).