

LIBROS & ARTES
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ran parte de esta múl-
tiple actividad no se
plasmó en obra material que
le diera permanencia. Hubie-
ra sido deseable que como el
doctor Johnson, a quien se
parecía por su conversación
infatigable, amena, erudita y
nocturnal, Raúl Porras
Barrenechea hubiera tenido
un Boswell que registrara esa
inmensa sabiduría suya, per-
dida en el aire de las tertulias
sin llegar a plasmarse en la
página escrita, en el libro in-
corruptible.
I
Desde muy joven, Raúl
Porras dio a conocer las pri-
micias de su ingenio díscolo,
grácil y punzante. En 1915,
cuando apenas contaba die-
ciocho años, se hizo célebre
en los claustros sanmar-
quinos por los artículos que,
con diversos pseudónimos,
publicaba en
Alma Latina
, la
revista que él mismo fecun-
dara y dirigiera con Gui-
llermo Luna Cartland, com-
pañero suyo de aula, fino es-
píritu juvenil, alejado después
por los azares de la vida de
las tareas e inquietudes inte-
lectuales y a quien siempre
recordó Porras con emocio-
nado afecto. Poco tiempo
después, Raúl Porras sería
promotor y animador del
Conversatorio Universitario,
evento estudiantil de la más
alta seriedad académica, de-
dicado a estudiar los aconte-
cimientos, los personajes, el
ambiente y la ideología de la
gesta emancipadora peruana.
El Conversatorio Universita-
rio constituyó un prólogo
brillante a las celebraciones
del centenario de la Indepen-
dencia. Fue también el pri-
mer destello de una extraor-
dinaria generación intelectual
que iba a cambiar al Perú en
los ámbitos del pensamiento
y la política, de la literatura y
el arte. En el Conversatorio
participaron activamente Jor-
ge Guillermo Leguía, Luis
Alberto Sánchez, Manuel G.
Abastos y, naturalmente, el
propio Porras, quien leyó un
ágil y concienzudo trabajo
sobre José Joaquín Larriva.
Asistieron también al Con-
versatorio Ricardo Vegas
García, Guillermo Luna
Cartland, Carlos Moreyra
Paz Soldán y Jorge Basadre.
Sus rostros juveniles han
quedado inmortalizados en
una fotografía histórica, to-
mada gracias a la iniciativa,
también, de Raúl Porras.
Poco después, en los
años de 1919 y 1920, fue
uno de los iniciadores y gran
propulsor de las inquietudes
reformistas en la Universi-
dad de San Marcos. En este
carácter, viajó al Cusco, don-
de se realizó el famoso Con-
greso de Estudiantes que fijó
el primer programa de refor-
ma universitaria en el Perú.
De vuelta a Lima, fue candi-
dato a la presidencia de la Fe-
deración Universitaria, pero
a pesar de sus innegables me-
recimientos salió derrotado
por un estudiante de Medi-
cina, Juan Francisco Valega.
Tal vez era su destino: como
estudiante no alcanzó el car-
go que le correspondía; más
tarde, como profesor, no al-
canzaría tampoco el
rectorado, ni siquiera el de-
canato de la Facultad de Le-
tras, a pesar de que entre
1945 y 1960 fue el maestro
por excelencia de los claus-
tros sanmarquinos.
Durante sus años de es-
tudiante Raúl Porras se cons-
tituyó en un adelantado y te-
naz inspirador de la Reforma
Universitaria. Y lo fue por-
que creyó, como lo creemos
ahora todos, que la universi-
dad para desarrollarse nece-
sita un régimen de libertad,
una organización democráti-
ca. Pero también fue refor-
mista en un aspecto más fun-
damental: el del perfecciona-
miento académico. Los pe-
riódicos de 1919 y 1920,
como lo harían igualmente
en años posteriores, acusaron
a los jóvenes reformistas de
ser estudiantes ociosos que
tachaban a los profesores exi-
gentes y querían aprobar cur-
sos sin estudiar ni asistir a
clases. Para desmentirlos,
bastaba recordar las reunio-
nes del Conversatorio Uni-
versitario donde un grupo de
jóvenes estudiantes expuso
investigaciones de un rigor
científico infrecuente y anun-
ciadoras de una nueva ideo-
logía peruanista y democrá-
tica.
II
Al iniciar este testimonio,
he querido destacar los años
estudiantiles de Raúl Porras
que sólo conozco de oídas o
por lecturas, porque ya en esa
época revelaba sus aptitudes
de maestro. Años después, en
su madurez, cuando era un
catedrático sabio y famoso,
guardaría inagotables reser-
vas de simpatía y amor por
los jóvenes estudiantes. Creo
que esta es una de las claves
de su personalidad, acaso la
principal.
Para comprender esta
personalidad, no es necesa-
rio trazar una biografía abun-
dante en fechas y aconteci-
mientos. Quiero solamente
anotar algunos rasgos que me
parecen importantes.
Raúl Porras Barrenechea
estuvo emparentado –tanto
por los Porras de Cajamarca,
como por los Barrenechea
limeños– con personalidades
de rango y nota. Sin embar-
go, nunca gozó de gran for-
tuna económica. Cuando
sólo contaba dos años de
edad perdió a su padre, muer-
to en un duelo. La devoción
de su madre, quien fue su
constante compañía y apoyo,
suplió la ausencia del padre,
seguramente con creces,
pero, de todas maneras la so-
lidez del patrimonio familiar
Wáshington Delgado
EL ALMA FÁUSTICA
DEL MAESTRO
RAÚL PORRAS
G
Raúl Porras nació en 1897, murió en 1960. Sesenta y tres breves,
apretados años en los que desarrolló una ingente labor como estudiante
inconforme y reformista, como maestro ameno y cautivante en el colegio y la
universidad, como sabio investigador en el libro impecable o la conferencia erudita,
como político y diplomático que dejó inolvidables lecciones de sapiencia, honradez,
peruanidad y valentía en la embajada, el ministerio o el Parlamento.
1897 - 1960
Cuzco, I Congreso Nacional de Estudiantes. Con Alberto Giesecke, Jorge Basadre y Guillermo Luna Cartland. 1920.