

LIBROS & ARTES
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LIBROS & ARTES
l libro ha desempeña-
do un papel fundamen-
tal en el cambio de las socie-
dades tradicionales y moder-
nas. Detrás de un gran cam-
bio, hay un gran libro o, me-
jor aún, varios grandes libros.
El ingreso del mundo Occi-
dental a la modernidad no
puede explicarse sin
El discur-
so del método
y las
Meditaciones
metafísicas
de Descartes, sin el
Novum Organum Scientiarum
de Bacon, sin
Astronomia
Nova
de Kepler, sin los
Dialoghi
de Galileo Galilei, sin
Revolutionibus orbium coelestium
libri VI
de Nicolás
Copérnico, sin
De la autori-
dad temporal
y en qué medida se
le debe obediencia
de Lutero, sin
Defensor Pacis
de Marsilio de
Padua, sin
Los seis libros de la
República
de Bodino y sin
El
Príncipe
de Maquiavelo. Las
revoluciones inglesa de 1648,
la francesa de 1789 y la rusa
de 1917, para citar sólo los
casos clásicos, no se habrían
llevado a cabo sin los libros.
Los libros fueron las fuentes
y los orígenes intelectuales de
estas grandes revoluciones
modernas. Es cierto que ellos
no las produjeron, pero sí las
inspiraron. En
Les Origines
intellectuelles de la Revolution
francaise
, Daniel Mornet indi-
ca que “si el antiguo régimen
sólo hubiera estado amena-
zado por ideas, no habría
corrido riesgo alguno. Para
que las ideas fermentasen
eran necesarios la pobreza de
las clase populares y el ma-
lestar político, aunque fueron
las ideas las que pusieron a
los hombres en movimien-
to”. Los libros fueron el
combustible que puso en
marcha la locomotora de la
revolución moderna. La ba-
talla de las clases y las élites
sociales fue precedida por la
batalla de los libros antiguos
y modernos. Los primeros
afirmaban que era imposible
profundizar la sabiduría clá-
sica y los segundos sostenían
que el conocimiento era
acumulativo. En esta crucial
batalla libresca, los moder-
nos salieron victoriosos a
mediados del siglo XVII en
el caso inglés, a mediados
del siglo XVIII en el caso
francés y hacia finales del si-
glo XIX en el caso ruso.
Las formas de movi-
miento de las ideas fueron di-
ferentes en cada caso. En el
caso inglés, el impulso vino
de abajo, de los nuevos gru-
pos sociales (los artesanos,
los tejedores, los marinos,
LA BATALLA
DEL LIBRO
Sinesio López Jiménez
E
etc.) que emergieron en me-
dio del mundo feudal y que,
ante la incapacidad de las vie-
jas instituciones (la Iglesia, las
universidades de Oxford y
Cambridge) para dar un sen-
tido a sus vidas, organizaron
la Universidad de Gresham,
que produjo sus propios in-
telectuales y que dio origen a
una gran revolución científi-
ca que precedió a la Revolu-
ción de Cronwell en 1648 y a
la Revolución Sensata de
1688. Los prohombres que
sistematizaron los avances de
esta revolución científica fue-
ron Bacon en el campo de la
ciencia y la filosofía, Walter
Ralegh en el campo de la his-
toria y la política y David
Cook en el campo del dere-
cho. En el caso francés, la ins-
piración vino de arriba, de las
élites sociales e intelectuales
que se enfrentaron al catoli-
cismo conservador y a la mo-
narquía absoluta. Muchos de
ellos publicaron sus libros
fuera de Francia, en donde la
persecución contra las ideas
modernas era feroz. Uno de
los principales rubros de
contrabando entre Francia e
Inglaterra eran los libros es-
critos en forma anónima por
algunos filósofos franceses.
La primera edición de
El es-
píritu de las leyes
de Mon-
tesquieu apareció en Inglate-
rra en forma anónima. Los
filósofos hicieron triunfar la
razón y la crítica sobre la re-
velación y la fe, primero, en
la Enciclopedia, en obras
anónimas, en libelos clandes-
tinos y, luego, las filtraron
hacia abajo a través de los
diarios, en las escuelas y en
los cafés. En el caso ruso, la
intelligentsia
, una palabra rusa
inventada en el siglo XIX,
aparece en la que Pavel
Annenkov llamó la “década
notable” (1838-1848). La
principal contribución de es-
tos autores radica en el he-
cho de que ellos pusieron en
movimiento ideas destinadas
a surtir efectos cataclísmicos
no sólo en Rusia, sino mu-
cho más allá de sus fronte-
ras. Resulta difícil, según
Berlin, “imaginar que la lite-
ratura rusa de mediados del
siglo y, en particular, las gran-
des novelas rusas hubiesen
podido brotar sin la atmós-
fera específica que estos
hombres crearon y fomenta-
ron. Las obras de Turgueniev,
Tolstoi, Goncharov, Dosto-
ievski, y también los novelis-
tas menores, están imbuidas
por un sentimiento de su
propio tiempo. A finales del
siglo XIX se suman los des-
tacados intelectuales marxis-
Algunos sectores de las élites peruanas y algunos técnicos del
Ministerio de Economía y Finanzas afirman que es más importante dar
de comer a la gente que apoyar la creación científica, tecnológica y cultural y
que promover la democratización del acceso al libro y la lectura está justificando
la mantención de las brechas entre el Norte y el Sur. Para cerrarlas y, a la
larga, para “dar de comer a la gente”, es necesario impulsar el desarrollo de
las capacidades y “empoderamientos” –atroz palabra– de las gentes. De eso se
trata, al fin y al cabo, cuando luchamos por promover el libro y la lectura.