-
77 -
á
Ja produccion; nos convencen que desde que se ha ini–
ciado esta especulacion, hasta Ja fecha no ha habido mas
que un tejido de errores é inconsecuencias q uc lójos de
conducir al resultado lo han alejado por el <lesaliento que
aquellos hechos han producido. Abandonada
á
sí misma
esta industria, no sa conseguirá sino perpetuar esta lucha
entre el deseo
y
los medios de conseguir el resultado. Te–
nemos innumerables ejen p1os que pruPban nuestra aser–
cion. Además de los que se pueden deducir de los
he~
chos expuestos en los capítulos anteriores, creemos que
basten para deducir la mas conveniente prueba, los que
han pasado en el Perú con respecto á este eul tivo.
El Gohierno de1 Perú, á pesar de que ha protejido c011
prodigalidad la introduccion de
la
industria de la seda,
atendidos el desacuerdo de los medios
y
la inoportunidad
que ha intervenido en la produccion, no ha podido ten er
resultado alguno. En efecto, no podian faltar los capitales
en
1847,
cuando se ha iniciado este cultivo en el Perú,
pues el Gobierno suministraba lo conveniente. Podia dis–
ponerse de mayor cantidad de brazos entÓHces y mas
baratos que ahora,
y
el trabajo habig. sido en aquella
época aplicado con mas oportunidad para este cultivo,
desde que los medios administrativos del carnpo estaban
mas arreglados. Como han faltado
los conocimientos y
condicion propia, todo se ha perdido. En efecto, ántes de
empezar por generalizar 1as moreras en cantidad sufi–
ciente para conseguir la materia primera que es lo qu e
convienA obtener en el país por ahora, pues no se contaba
sino con un número insignificante de plantas, se ha pen–
sado
~n
otra cosa. Sin la prevision de que se necesitan
muchos años para crear éstas, se han pedido grandes
maquinarias para fabricar
t~jidos
y
terciopelos de seda .