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las heladas hasta muy tarde, para plantar moreras que re–

tardan su veg0tacion

y

poder retan.lar asi el cultivo, para

no esponerse á pérdidas. Miéntras que· donde no hieJa es

mas conveniente la eleccion de clases de moreras que se

desarrollen pronto,

á

fin de anticipar el cultivo del gu–

sano pues es siempre el mas seguro.

De todos modos es preciso, saber elegirá mas del

terreno, su posicion preferente en cada localidad. Esta

eleccion depende del exámen que se haga de todas las

circunstancias intrinsicas

y

extrinsicas que intervienen en

el mismo terreno,

y

ellas son las que deben resolver las

cuestiones relathras al modo de plantarse las moreras,

á

su cultivo

y á

la poda que debe adoptarse.

Por

~jemplo,

hemos plantado en uno de los esperimen–

tos

q_

ue hemos hecho,

á

un metro de distancia plantas de

moreras en un terreno

muy

profundo

y

rico en materias

orgánicas y que tenia abundant,e riego. Al tercer año de

plantadas habían engrosado

á

tal punto, que las mismas

plantas plantadas en otro terreno siete años antes no hn.–

bian podido alcanzar el 111.ismo resultaJo Entonces se nos

ocurrió por la demasiada vegetacion viciosa, la idea de

podarlas todos los años hasta las ramas del tronco que

dejamos

á

ochenta centímetros mas elevado del suelo.

Conseguiamos con esto una gran produccion de

h0jns

en un espacio muy l·educido de terreno y tiempo, mien–

tras que nos costaba tres cuartas partes menos el reC'o–

jerla así, de

lo

que nos habría

cost~do

de otro modo.

If

acíamos llevar las ramas en carreta

á

la gusanera1

puestas en un cuarto hü.medo y fresco, para desprender

las hojas de las ramas cuando se

neces~taba.

Despues de

podadas las plantas en Ja primavera, le hacíamos dar un

riego

y

cavar bien la tierra,

y

en seguida otro riego que se