dras de clisb:mcia
habíamos percibido
las
columnas
de humo que se elevaban por entre los techos de
fierro
á
confundirse con las nubes. Lo mas nota–
ble que encontrnmos allí
fué
la casa del Jefe de es–
tacion
y
de los empleados principales, que tiene
un sencillo y bonito jardin
á
la entrada: hay nde–
mas diversos talleres <le
het'l~eria
y c:upi.ntería,
un hotel, grant1es depósitos para carros, durmien–
tes y útiles del ferro-mnril, y habiüi ciones parft
los trabajadores. Estos edificios se hallan en el
centro de una inmensa pampa, comprendida entre
las lomas de que ya hemos hecho mencion
y
el
valle de Tambo, situado
á
la derecha. Entre la
estacion y el valle m_enci.onado hay una cuesta
arenosa de dos millas pr6ximamente.
Mollendo y Tambo son
en
la actualidad las dos
estaciones principales, los dos puntos de partida
de los trenes y de donde se proYee de agua y ví–
veres
á
toda la línea hasta cerca de Arequipa. La
primera seccion del trabajo, que comprende Mo–
llen<lo, Tambo y Cahuintala, de que hablaremos mas
adelante, se principi6
en
Julio de
1868
<..:on
173
trabajadores, habiéndose aumentado este
nú–
mero hasta
4786,
sin comprender
ú
los herreros,
carpinteros
y
empleados en las oficinas
y
facto–
rias;
y
se terminó en Mnyo de
1870.
A
este valle, muy estrecho, situaJo en unh que–
brada de cuarenta millas de lal'go, puede compa–
rársele
á
un inmenso callejon, atendiendo
á
su to–
pografia: por consiguiente_;
el
cfonn,
es
mortífero