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~18-

res.

El

espectáculo que entónces ofrecia aquelia

parte de la costa debió ser desgarrador: en vano

corria la gente huyendo del mar;

y

de las

2,000

personas que habitaban en Catas y sus inmedia–

ciones, salvó una quinta ó sesta parte, cogiéndose

de las

palizctdcts

que arrastraban las olas en su

in -

vasion. Idéntica suerte sufrieron los pueblos de

Pacocha

y

Bombon, adonde todos los años concur–

rian

á

bañarse muchas familias de Arequip:i.:

lo

pintoresco de estos lugares, situados al pié de un

fértil valle,

y

la abundancia de comestibles los ha–

cían

p1~eferibles

á

Islay. Dos haciendas de caña de

azúcar, que pertenecian

á

los' señores Valdivia,

y

varias chacaritas, tambien fueron totalmente des–

truidas : hoy en vez de pueblos florecientes

y

cam–

pos cubiertos de vegetacion, solo se encuentra are–

nales desiertos.

Mientras que los lugares inmediatos al mar, que

han sufrido tan triste suette, van quedando

á

nues–

tra derecha, se eleva

á

la izquierda, una cadena de

lomas donde pasta un gra,n número de ganados va–

cuno y lanar. Casi oculto entre una quebrada de

estas ·lomas, se percibe un gracioso e

<lific.io

rodea–

do de olivos

y

coronado de nieblas. E

n este

rincon

sumarnente pintoresco, que se denomina Challas–

capa, hay muchos gorriones, jilgueros y tórtolas,

se producen las mejores aceitunas de todos esos

al–

rededores, y se cosecha buenas ¡Japas y legum–

bres. Frente

á

esta posesion se detiene la locomo–

tiva breves instantes

para

tomar agua de un estan–

que.

Algunos minutos despues llegaba el convoy

á

la

nueva e13tacion de Tambo: desde algunas

cua~