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res.
El
espectáculo que entónces ofrecia aquelia
parte de la costa debió ser desgarrador: en vano
corria la gente huyendo del mar;
y
de las
2,000
personas que habitaban en Catas y sus inmedia–
ciones, salvó una quinta ó sesta parte, cogiéndose
de las
palizctdcts
que arrastraban las olas en su
in -
vasion. Idéntica suerte sufrieron los pueblos de
Pacocha
y
Bombon, adonde todos los años concur–
rian
á
bañarse muchas familias de Arequip:i.:
lo
pintoresco de estos lugares, situados al pié de un
fértil valle,
y
la abundancia de comestibles los ha–
cían
p1~eferibles
á
Islay. Dos haciendas de caña de
azúcar, que pertenecian
á
los' señores Valdivia,
y
varias chacaritas, tambien fueron totalmente des–
truidas : hoy en vez de pueblos florecientes
y
cam–
pos cubiertos de vegetacion, solo se encuentra are–
nales desiertos.
Mientras que los lugares inmediatos al mar, que
han sufrido tan triste suette, van quedando
á
nues–
tra derecha, se eleva
á
la izquierda, una cadena de
lomas donde pasta un gra,n número de ganados va–
cuno y lanar. Casi oculto entre una quebrada de
estas ·lomas, se percibe un gracioso e
<lific.iorodea–
do de olivos
y
coronado de nieblas. E
n esterincon
sumarnente pintoresco, que se denomina Challas–
capa, hay muchos gorriones, jilgueros y tórtolas,
se producen las mejores aceitunas de todos esos
al–
rededores, y se cosecha buenas ¡Japas y legum–
bres. Frente
á
esta posesion se detiene la locomo–
tiva breves instantes
para
tomar agua de un estan–
que.
Algunos minutos despues llegaba el convoy
á
la
nueva e13tacion de Tambo: desde algunas
cua~