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ferro-carril. Despues de un millon de rodeos

y

di–

:ficultades, por fin pudimos conseguir los caballos,

no sin pagar un precio exhorbitante, que desde ha..:

ce pocos meses en estos lugares todos

.~e

han con–

vertido en comerciantes.

De Islay

á

Mollendo hay diez millas próxima–

mente; pero ¡qué camino. santo Dios! Sin embar–

go de que durante la travesía no perdimos de vis–

ta el mar,

á

intervalos nos creia1nos en los desfi–

laderos de la sierra, pues hay necesidad de atra–

vesar diez

y

seis grietas

6

quebraditas donde

pierde la paciencia el jinete

~r

se m.ortifica horri–

blemente el pobre caballo.

Nndn,

digno de atencion

ofrecen estas quebradas, que pn,r ce fueron forma–

das en épocas remotas por grandes aluviones que

vinieron del interier,

y

en algunas de ellas se en–

cuentra hoy mismo pequenas vertientes que cor..

ren hácia el mar.

Mollendo,

6

Moliendo, como dicen algunos, sir–

vió de puerto durante el coloniaje

á

lo que es en

la actualidad departamento de Arequipa, despues

se estableció el puerto de Quilca,

y

finalmente, en

1826 se abrió el de Islay que, gracias

á

los vapo–

res que lo han puesto en comunicacion cada ocho

dias con toda la costa del Pacífico, ha alcanzado en

poco mas de cuarenta años un incremento que no

llegaron á tener los puertos anteriores. En cuanto

á l\1ollendo, era hasta hace poco tiempo un lugar

desierto y donde llegaban, muy rara vez, algunos

pescadores que comerciaban con el valle de Tambo,

Quilca, caleta situada doce leguas al Norte de Is–

lay

1

continúa sirviendo de puerto á los valles de

Camaná,

Siguas

y

Mages, tocando en ella dos va..;

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