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Se
ha llegado
á
poner en duda
el poder
a limen ti–
cio del alcohol, fundandose en que e s e spelido casi
íntegramente del organismo, sin que haya experi –
mentado la menor alteracion. E sto es ci erto; pero
una cantidad no poco considerable es r á pidamente
convertida en ácido carbónico
y
agua, desarrollan–
do una cantidad proporcional de calor. Con10 ali–
mento respiratorio es evidente que se conduce en
el
organismo como las grasas; pero, con t al rapidez,
que en poco tiempo la sangre se satura de ac1do
carbónico,
y
esta rápida saturacion produce un es–
tado semejante al de la asfixia,
y
que se traduce
por
Jos síntomas ele la embriaguez. Segun el profe–
iWr
R.aymontli, Ja prontitud con que el amoniaco h<:t.
ce desaparecer este estado, absorviendo el ácido
carbónico y formando carbonato de amoniaco. con–
tribuiría á comprobar este modo de ver.
Nuestros vinos son en general mas sanos que los
estrangeros, sobre todo, que los vinos con1unes de
Burdeos,
y
que gran parte del que, con el nombre
de catalan (sin haber estado jamas en España) nos
viene completamente falsificado. Estos vinos con–
tienen frecuentemente ·alumbre para realzar sus
cualidades astringentes que Ron muy del gusto de
los consumidores. Esta sustancia no puede decirse
que sea venenosa en ]as proporciones en que se halla
ordinariamente en los vjnos mencionados (2 gra–
mos por litro); pero se sabe segun los esperimentos
de Lehmann que el alumbre impide que el jugo
gástrico disuelva las sustancias albuminosas; lo que
dá lugar á cólicos
y
otros desórdenes intestinales de
que he sido testigo mas de una vez.
Un
hecho que me ha ]famado la atencion mucha¡¡
veces en los hote]e3, es, que mientras l os a rnerica–
nos usaban los vi nos estra ngeros p or eréerl os n1as
bien elaborados, los €uropeos prefe rí a n los d el país.
Es esta preferen cia el resultado de las ventajas ob–
tenidas en
la
~salud ,
ó
un
principio de económia?
No lo
s é:
pero
es d e
8npon er sc que sea
18
primero;