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Por los espías empleados por el gobierno provisional se sa–

bia que Cerdeña continuaba reuniendo fuerzas en Puquina,

i

tenia una avanzada en Poxi. Recibíanse del interior noticias

plausibles, i nada se ignoraba sobre la situacion de Santa Cruz,

sus miras i µlanes

i

la cantidad de tropas con que contaba, así

como el movimiento de los continjentes salidos de Tupiza,

Cuzco i Lima. Frecuentes comunicaciones del Cuzco

i

Puno

revelaban la verdadera posicion del enemigo, i en ellas se ins-

'

taba para que se auxiliara a esos departamentos, o al ménos,

se les diese instrucciones para levantarse oportunamente.

El enemigo solo tenia

300

hombres en Poxi, a seis ]eguas de

Arequipa, estando el cuartel jeneral en Puquina, a 14 leguas;

pero sus descubiertas se acercaban hasta una legua del campa–

mento chileno, cuya inmovilidad comenzaba a ser risible aun

para la clase ínfima del pueblo. El jeneral, sin embargo, de–

sechó constantemente las insinuaciones de algunos jefes que

deseaban se emprendiese de una vez la persecucion de Cerde–

ña, o se emprendiera sobre Puno, cortando la línea de comu–

nicacion de Cerdefía con Santa Cruz.

Herrados al fin los caballos, el jeneral en jefe halló un nuevo

inconveniente en la falta de abrigo de uno de los cuerpos del

ejército, i cuando se le manifestó que esta necesidad era fácil

de llenar, opuso la resolucion que habia formado de esperar

que el enemigo lo buscase, con lo cual concluida la campaña

con una victoria que consideraba infalible.

El

22

de Octubre llegó un parlamentario del enemigo con

comunicaciones que el jeneral Blanco dejó reservadas, i al dia

siguiente salió para Tambo e Islai una compañía de infan–

tería de los cuadros peruanos, que rechazó una banda de

montoneros que interceptaba el camino entre Islai i Arequi–

pa. El

24,

el coronel Landazuri se presentó en el cuartel jene–

ral como parlamentario del enemigo, pidiendo suspension de

armas. El

26

apareció con el mismo carácter el mayor Cere–

cera,

i

pocas horas despues otro oficial con pliegos del jeneral

Herrera, pidiendo una entrevista al jeneral Blanco. Estos pasos

tenían evidentemente por objeto entretener en Arequipa al

ejército restaurador, hasta reunir los refuerzos que el enemigo

aguardaba de Bolivia, Puno i Lima. El

28

llegó a Arequipa la