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nos que mas adictos se mostraban a la causa de Chile, que no

se comprometieran, porque

~u

ánimo era continuar al norte al

siguiente dia.

A las

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de la noche regresó el jeneral en jefe a la corbeta

Libertad,

dejando dos compañías de guarnicion, una de ellas

con el capitan Carrillo para que custodiase la aduana (los alma–

cenes) de la cual hizo el jeneral extraer una cantidad de muni–

ciones de guerra de propiedad del Estado. El 26 por la mañana

hizo quemar las cureñas i desmuñonar los cañones de las bate–

rías de tierra. Al sacar las municiones de los almacenes de la

aduana, algunos empleados advirtieron que se habian extraido

por la noche algunos bultos. Sospechóse por un momento que

hubiera en esto una maniobra de los ajentes del enemigo para

imputar al ejército chileno el hecho vergonzoso de haber sa–

queado la aduana. Pero averiguado al fin que el delincuente era

el oficial a quien se había encargado la custodia de la aduana,

fué sometido a juicio

i

pasado por las armas el mismo dia 26.

Entre tanto se corroboraba la noticia de las buenas disposicio–

nes de la guarnicion de Tacna en favor de la causa que iba a

sostener el ejército restaurador, i que el jeneral López estaba

resuelto a marchar a Bolivia para apoyar al Congreso, que aca–

baba de pronunciarse contra e1 pacto de Tacna. En la tarde del

26 el jeneral en jefe del ejército restaurador se ocupó en oir las

informaciones i reclamos del cónsul ingles i de los comerciantes

perjudicados en consecuencia del robo de la aduana, a fin de

ordenar la correspondiente indemnizacion. El

27,

despues de

manifestarse casi resuelto a desembarcar la exped icion en Arica,

el jeneral Bla'ñco volvió a su plan primero de dirijirsc a Are–

quipa, por la via mas corta, contentándose con mandar al coro–

nel Ugarteche con comunicaciones para el jeneral López, cuya

contestacion se propuso aguardar en Islai. La escuadra dió la

vela para este puerto. Este movimiento hizo ya menguar las

esperanzas de un feliz

i

pronto desenlace de la camp.aña.

Las noticias obtenidas en Islai pintaban a Santa Cruz en gra–

ves conflictos por el descontento de los pueblos de Bolivia i los

síntomas de conflagracion del Perú, a la aproximacion de un ejér–

cito que iba en su apoyo para derribar la tiranía del Protector.

El ejército del Gobierno protectora! tenia que afrontar inmensas