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Despues de presenciar algunas evoluciones, Santa Cruz

Blanco i sus comitivas entraron en Arequipa, donde al mismo

tiempo tomó cuarteles el ejército protectora!.

11

Es imposible

(dice Sutcliffe en su

Dz°ario)

describir erentusiasmo, o mas bien,

servilismo de los arequipeños al recibir al jeneral Santa Cruz,

como si fuese un conquistador.11 (r3) Olvidó decir que los bata..

llones Portales i Valdivia, que aun estaban en la ciudad, solem–

nizaron tambien la entrada triunfal, rindiendo honores militares

al Protector. ( r4)

Para allanar en lo posible la pronta retirada del ejército

chileno, convino el jeneral Santa Cruz en que los tres barcos de

guerra que, a los ocho dias de firmado el tratado de Paucarpa–

ta, debian ser devueltos al Gobierno de la Confederacion, conti–

nuasen a disposicion del jeneral Blanco para trasportar la tropa

a Chile;

i

a fin de que el reembarco i la navegacion se hicieran

con ménos molestia, convino ademas en comprar todos los ca–

ballos del ejército expedicionario.

El

2r

de Noviembre, el Protector anunció a las 11naciones

confederadas,. el tratado de paz con Chile. 11El espléndido acon–

tecimiento que os anuncio (les dijo en la proclama del caso),

fecundo en vastas e importantes consecuencias, ademas de ale–

jar de nuestro territorio los desastres de la guerra, consolida

i

de combate. (Artículo publicado en

El Mercun·o,

de Valparaiso, de

20

de

Febrero de 1838, para rectificar algunas de las aserciones contenidas en la

exposicion hecha en el mismo diario, bajo el título de

Campaiia del e;ército

restaurador.)

(13) En el mismo documento refiere Sutcliffe que el día en que se cele–

braron las últimas conferencias para ajustar el tratado de paz, acompañó al

jeneral Blanco a la quinta de Tristan, donde debían reunirse los plenipoten–

ciarios de ambas partes;

i

continúa con. estas palabras: «El jeneral me man–

dó con un edecan del jeneral Quirós a Arequipa para buscar un poco de

ropa, i tuvimos que ir a un convento de mujeres en donde estaban deposi–

tados sus baules, i miéntras estaban en la dilijencia de sacar la ropa, era di–

vertido oír las aclamaciones de las señoritas i señoras en favor del jeneral

Santa Cruz i su ejército. Había pocos dias que los señores Blanco i Alduna–

te visitaron el mismo convento, i entónces todas las oraciones eran en favor

de los restauradores. En fin, las monjas rezan para todos, i sus escapularios

escudaban a ámbos ejércitos.)>

(14)

Campaña del e:fército restaurador.-Nota

F. del Apéndice.