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la

Guerra de Chile:

11

Creo que el1a, atendiendo a las circuns–

tancias en que me hallaba con el ejército de mi mando, no

puede ser mas honrosa para Chile, al mismo tiempo que se han

obtenido ventajas que creo firmemente no habríamos sacado,

aun suponiendo el triunfo de nuestras armas.11

11

Yo creo que nuestros aliados

(los ar.fentinos)

nada tendrán

que alegar en contra de la conducta de Chile, cuando su coo–

peracion ha sido tan nula, que ayer he visto el batallon núme–

ro

2

de la Guardia, que viene desde Tupiza enviado por el

jeneral Brown. Al dar este paso, a que he sido obligado por la

falta absoluta de los elementos que creíamos encontrar a nues–

tra llegada,

i

sin los cuales nunca pudimos alimentarno con la

esperanza del suceso, no he tenido otro norte que el honor

i

los intereses de Chile11 (

16).

En cuanto al Plenipotenciario Irizarri, al remitir al Ministe–

rio de Relaciones Esteriores un ejemplar auténtico del tratado

de paz, expuso cuidadosamente en el respectivo oficio las razo–

nes que justificaban la conducta de los Plenipotenciarios de

Chile, no sin atribuirse a sí mismo como una honra, el haber

puesto la mas eficaz dilijencia en inducir al jeneral Blanco a

(16)

Este oficio datado en Arequipa en Noviembre de r837, no tiene la

fecha del dia, que debió ser el

20.

Legajo:

Ejército Restaurador del Perú,

1837-1839. Ministerio de la Guerra.

La misma opmion sobre la paz de Paucarpata expresaba el jeneral Blanco

en la siguiente carta al Ministro de la Guerra:

«Señor don Ramon Cavareda.-Arequipa, Noviembre de 1837.

«Mi

querido amigo: Por la copia de las cartas entre Herrera i yo, verá

usted el principio de nuestras negociaciones i la firmeza con que he soste–

nido el honor de mi ejército. Hemos hecho la paz, i quedo convencido que

es el mayor bien que he rendido a Chile. Debo añadir que, establecidos los

primeros puntos del tratado, declaré que obrábamos fuera del circulo de

nuestras instrucciones, i que lo que hiciésemos quedaba a la ratificacion

discrecional del Gobierno de Chile. Hice esto para dejar a ustedes en liber–

tad de hacer lo que quieran, a pesar que un artículo de las instrucciones se

pone en nuestro mismo caso. Yo espero que, instruidos ustedes de nuestra

verdadera posicion, aprobarán con el mismo placer que yo he sentido al

firmar el tratado que me libraba de tanto pícaro.

<rEn pocos días mas, tendrá el placer de abrazar a usted su invariable

amigo

MANUEL BLANCO ENCALADA:».