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ñala una sección para guardia 6 servicio nocturno. Las condiciones

de nuestro clima no consienten, sin grave riesgo para la salud, que

el empleado

laborioso

ocupe mayor tiempo, tanto mas cuanto que, en–

tre nosotros, no se disfruta de época de vacaciones.

No hay una sola Biblioteca Nacional, en el mundo, que funcione

mas de cinco horas;

y

el peligro de un incendio hace inconveniente,

ya que _no imposible, el que establecimientos- de tamaña importan–

cia se abran de noche al público.

Tampoco es posible, dada la especialidad de las labores, que una

Biblioteca funcione concertadamente sin que todos los empleados,

desde el Director hasta el peón de confiariza, se hallen en su respec–

tivo puesto. El vigilante del salón de lectura pide la obra que el

lector solicita, al conser·vador del salón en que ella se encuentre ca–

talogada; este la anota en su registro estadístico;

y

cumple al peón

de confianza bajarla del

anaq~iel

corr

espond

iente. Cerrada para el

público la Biblioteca,

á

las cinco de la

tar.de

, el Director y sus su–

balternos permanecen, por lo menos,

media h

ora más en el estable–

cimiento, devolviendo

á

sus estantes los libros leidos y rectificando

la estadística del dia.

Encargado interinamente de la cartera de Justicia el señor ex–

Ministro de Relaciones Exteriores Dr. D. Alberto Elmore, expidió

un decreto en virtud del cual la Biblioteca funcionaria para el pú–

blico, no solo de doce del día á cinco de la tarde, sino también

d~

ocho á once de la mañana. Se nos colocaba en condición excepcio–

na

1

á la del resto de los empleados públicos.

Iíac1endo caso omiso de otras razones, tan fundadas como lasque

apunto al principio de éste párrafo, me limité á observar que no pu–

diendo

hac~rse

en la noche la policia del espacioso edificio, com–

puesto de vastos salones, gran pátio

y

extensos corredores, eran pre–

cisamente las horas de la mañana las consagradas á esa imprescin–

dible faena.

l\li

respetuosa nota de ·observación no ha siclo aún re–

suelta.

XIX.

GALERIA DE PINTURA.

Diseminados hallábanse cuadros de -propiedad nacional, casi to–

dos originales de artistas

r

eruanos, cuando me propuse reunirlos en

dos salones de la Biblioteca, para que algun dia sirvan de base á un

l\l

useo

acional de Pintura. Ciertamente que los cuadros no están

hoy colocados en la condición ele luz ni á

la

altura reque:·ida, lo qu_e

depende de la estrechez del local.

totalmente inadecuado para el

objeto.

Al hacer la traslación del Ard1i,·o

y

colocar libros en la estante–

ría del salón que aquel ocupaba, no era ya posible ciar sitio en él

á

los cuarenta

y

cinco retratos de gobernadores

y

vireyes del Perú du–

rante los siglos del coloniage. Esta interesantísima coleccion ele re–

tratos, que harto trabajo me costó completar, queda separada ele la

Galería

y

se halla en el salon del Archivo.