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-U-

sual, que hoy asciende á 563 soles. En

1

879, cuando la Biblioteca

y

Archivo estaban separados, el personal de empleados era casi doble;

y

gastábanse en ambos establecimientos, se1rún el presupuesto gene–

ral de aquel bienio,

r

1,352 soles al año. Hoy constituyen una sola

dependencia, aumentada con la Galería de pinturas; jamás tuvo la

sala de lectura mayor número de concurrentes que ahora; las labo–

res se han recargado por causas que sería supérfluo apuntar; y sin

embargo, el presupuesto anual de la Biblioteca, Archivo y Galería

apenas asciende

á

6,756 soles al año. El aumento que hoy solicito

representa

1,200

soles más.

Como los empleados de la Biblioteca han de ser no solo compe–

tentes sino de honorabilidad tal que el Bibliotecario tenga absoluta

confianza en ellos. creo que si se accede á crear las dos plazas de au–

xiliares, los nombramientos deben hac;;erse en personas que el Direc–

tor proponga. Así el Jefe del establecimiePto asumirá la responsa-,

bilidad en el caso que, á Dios gracias, (y complázcome en decirlo

para honra de mis actuales subalternos) hasta hoy no se ha presen–

tado de desaparición de libros, manuscritos ó cuadros.

XVI.

REFORMA REGLAMENTARIA.

El

via~ero

entendido que vea nuestro s:ilón de lectura, en oca–

sil)ncs sin un asiento desocupado, se imaginará que todos los con–

currentes son verdaderos lectores de Biblioteca, personas que no

buscan libros de soláz ó entretenimiento sino positivas obras de con–

sulta; hombres. en fin, que aspiran

á

ensanchar el caudal de sus co–

nocimientos. Triste es confesarlo; pero la mitad, por lo menos, de

los asistentes son jóvenes que, en vez de concurrir al coleo-io y sa–

car opimo fruto para el espíritu escuchando las lecciones de un ca–

tedrático, han encontrado en la Biblioteca un lugar de holganza,

y

pasan las horas muertas distraídos con la lectura de novelas frívolas

y de versos insustanciales. Se confunde lo que debe ser la Bibliote–

ca Nacional de un país con lo que son los gabinetes de lectura por

suscricion ó las bibliotecas de Clubs y Casinos.

A haber estado en mis facultades habría prohibido que se pusie–

sen libros inconvenientes en manos de jóvenes cuya educación co–

mienza, y que no están, por ende, p_reparados para cierto género de

lectura. Buena reforma seria la de autorizar al Director, no solo

para que niegue libros fútiles á jóvenes imberbes, sino para que no

admita en el salón á los alumnos d e col"egio.

No han escaseado en el cuatreaio jóvenes que, para preparar sus

tésis univer.:iitarias, h::i.n acudido á la Biblioteca como fuente copio–

sa de consulta y estudio; y ha sido para mí motivo de patriótica

complacencia ayudarlos con indiclciones sobre las obras que les con–

vendría registrar, dándoles á la vez todas las facilidades con mis

atribuciones C:)mpatibles. Pero, repito. que la Biblioteca debe ce–

rrarse no para lo<; estudiante<; d Q la Universidad, que son en su ma-