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ALMA LA.TINA
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Jng-res a al Convento y aroma con
sus YÍrtudes, dnrante nueve años los
se.\·ero s claustrns conventu<l1es de Li–
sieux . Su vida es una maravillosa sin–
tesis de modestia, de obediencia y Je
piedad. Sufre y arna intensamente e
ide.-1 liza el
H
mor hasta confundirlo
c1m
Di os .
Y
esa vida amorosa y tris–
te es como la Yida de las rosas. Se
deshoja pr~ma tun1 mente-tuberculo–
sa v meh1ncólica como todas las en–
frr11rns de a mor-y sus últimas pala–
brns son a ún de consuelo y de cariño:
"De~p1-~és de mi muerte haré caer una
Jiu \·ia de rosas"
Y
su memoria .no se pierde-Surge
el recuerdo de su vida inmaculada con
el
doble encanto de la santidad v de
lé-1 belleza y por la ''Historia
dé
un
alma", que es la historia de su vida
dicha sencilla y humildemente por
ella misnrn., se llega a apreciar toda
la
grnndeza de aquel cornzón. Teresi–
tn.
de Jesús había triunfado y la fama
ele sus grncias se extiende luego entre
las almas creyentes y sencillas.
El milagro se ha realizado. La
11u–
via de rosas desciende ahora en silen–
cio y
<.:s
una Jluv1a de gracrns cuyo
aroma consolador envuelve el recuer–
do angdical de Teresita.
Y
a.q'uí concluye la historia. Rosita
se escapa a mis preguntas. l-'enetra
en la Iglesia.
Y
con el aire humilde y
devoto de una novicia se arrodilla en
un reclinatorio.
.
Y
como el ambiente es religioso y
solemne, propicio para meditaC"i011es
y para coloquios místicos; y como
Teresita tiene la poderosa virtud de
hacer realidad los más alocados en–
sueños, formulo también una súplica:
";Oh
Teresa del Niño Jesús, tu que
fuí~te bella
y
buena y g·ue sufriste to–
das las amarguras del corazón, rea–
liza el estupendo milagro de que no–
sotros encontremos, como
tú,
un lu–
gar en tantos corazones que nunca
han sentido la caricia refrescante del
amor!"
Y
salgo de la Iglesia.
N.
Deshojan.domargaritas
(Una musa amable y traviesa que
j
nega en sus ve1 ·sos con el pequeño fle–
c-hacl or, nos ha remitido esta graciosa
poesía que dedicamos a todos los po–
llos del sexo feo)
¡Margarita! ¡Margarita!
¡oh preciosa florecita!
blanca, pura e ideal,
marga rita sin jgual,
¡ah!
yo
quiero preguntarte,
en un riguroso <1parte
si el me quiere sí o nó,
para hacer 1o mismo yo.
Aunque en el mundo traidor
siempre en cuestiones de amor
suele haber desigualdad,
dime pués, por caridad,
¡oh Margarita preciosa!
más perfecta que la rosa,
si el me quiere, si o nó,
para hacer lo mismo yó.
Y
cruelmente deshoiando
a la blanca margarita
fuí sus pétalos contando
y resolviendo mi cuita.
Y
al concluir placentera
de que
me dijera sí
volví el
rost.roy en
la
acera ......... .
a él con otra sorprendí.
Desde entonces ya no creo
en lo que dice la flor
y es mi vehemente deseo
que le diga "sí" al traidor.
MORAYMA