5:l
5.
cxistcnci:i con aq11etlos inJividLto s desgrací1dos,
~
qu ienes
la
neccs idJd
mas bien, que la
inclinacíon deriene en
d
desor–
den. Por
brr~
parre
se
'mira
como
'¡JllntO
de
p;9Üa
qo~
ei
ma1ido
f.i ltc pc1blicalhentc
!1
la
re
'conjuga!,
al
pasd
qu<; '
la
p'cna del divorció,
f
destierro recJc imedi:itame:¡¡e
1
•
slJbre
la
triste
muger,
á
quien
su
marido solo
puede
convencer
de una
sola
infraccion, en
que
el
esta
incurriendo por
r.~s.'..
t~rmbrc,
y
havírb:,
As\
e,~
(¡ue
en
el estado del celibato,
y
de,i
matrimonio, la muger es la
ql1 e.
car·ga con
el
dcscrediro•.
;:'De do1;de viene 'em i'ndifirencia, esra incoosequericia,
y
este
rraitorno
de idéas
?
de la
grandeza
del
desorden.
~
Y.
qnal
rued::
s~r
'ª·
c;aus~
de _esc,c;
gran
desorde? ?
~h
!
si
el
numero
excesivo
de
ccl1barmos aét'ualet no
es
la umca caq-!
s~,
es
á
lo menos
la mas principal. t a
frequencia
del
vicio
disminuye d horror,
y
le hJce perder hasra su nombre. De
aq l1 i proviene la indiferencia, la facilidad de
cometer
el vicio
sin que
rcsulre
inconveniente alguno
persoml
al que
lo
CD'"
mctc, es cJusa de
que
se crea haber livercad
para
ello,
y
de.
:iql1i
provie~e
nuema
ihconsequénc;ia.
La
pena que las
l~yss
pnramente
pos itiva s
han
establecido
conrra
ta
muger
que
delinque,
y
la impunidad
que
conc~den
:il
hombre
qn~
s<;
cksvia, hacen
que
crea
la mulcirud que
no reflexíona mucho;
que la mtigcr
se
halla
uoicame~ce'
en el caso de
pecar.
Ved
a·1úi·el eras.romo de
)as
idéJ~
sqb:.e este punto de moral.
Sfo t:mlhrgo
mcjorense
las
costumbres,
y
todo
se
corregira .
Pn o como
se han oe
mejorar las
costumbre s
~
Den~e
al
matrimonio todas
las
señales de esrimacion ,
que
merece,
y
se respetará: dimibuyanse
l;:is imp:isero s
de modo
qlle
una parce mayo r recaiga en los
cclibacarios:
disminu–
yanse estos impuestos
á
razon del numero de hijos;
y
pre
fieranse para
todos
los empleos hJnoriticos
á
los
casad..>~;
y
de
em:
modo
~e
cansarJn
luego, por
qu~
l!egaran
~
coQ•
·
~idmi