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DE MI TIERRA

13

brada

hasta.Ia

escena del almuerzo, que

fue

su momen–

to de gloria, enmendare ahora en dos

palabras

la falta

que

he cometido en

~o

<larla

a

conocer

a mis lectores

con

anticipacion.

Na

Bivianita

es una

de

aquellas

mnjeres, utillsima·s para comer dos

dias

a

la

semana en

cada una de sus casas favoritas; para acompanar

a

las

familias

a

todos

los

paseos;

para

pasar con

ellas las

temporadas de

campo;

y

para ayud:,;i.r

a

recibir

duelos.

En

nna

palabra, es una de aquellas mujeres

que

acos–

tumbrarnos definir

con esta

frasP:

es una infeliz.

Dona Biviana, levantados los manteles,

y

hallan–

dose

bien

repleta, tneti6 la mano en el seno,

lo escu–

c1rin6

algunos minutos, como quien pract1ca una

re–

bnsca en

&u

maleta

despne~

de

una larga jornada,

y

rlio

a

]uz unos cnantos

cigarros

puros,

que distribny6

con

amable

cortesia

a

los

concurrentes.

Se le diri–

jieron en

cambio

algunos

curnplimientos,

alnsivos al

al–

macen de donde 'salia el articulo: pero no pasaron rnuy

adelante, porqne Dona Escola.stica, qne,

ademas de

rio

fumar,

era

escrupulosisima

en

materias de dec@ro, di6,

con mucstras evidentes

de

disgusto,nuevo jiro

a

la con.–

versacion,

promoviendo

una malilla relijiosa.

Fray

Norberto que en

estas

materias no estaba por lo

re1i-

. jioso,

esc1am6:

jno senor!

jestudios mayores!

jla timbi–

rimba! jun montecito! No padre,

replic6

prontamen–

te la senora:

tengo

hijos,

y

son todavia denwsiado

ni–

nos para timbirimba

y

estudios mayores.

Tiernpo

les

llegara en que puedan seguir sus

cur.~'os

en la universi–

dad del

Clwrrillo:

pero mientras esten 'bajo

mi

autori–

dad,

no

quiero

que

sirvan

de

espectadores

de

semejan-

tes sabatinas.

.

Rosaura di6

una

sonrisa de aprobacion

a

esta

leccion juiciosa, como la daba

a

todas las cosas bue–

nas de su madre;

acept6

mi·brazo;

tom6 de la

rnano

a

UDO

de

SUS

hermanitOSj

J

los demas

110S

siguieron

brincando como sueltos cabritillos.

Los inclividnos

del jenero ·humano-como

los

pai–

sajes-tienen siernpre un

punto de

,·ista

qne·

hnc_e

vcn–

iaja

a

los

demas.

C0n hombres habran UU.

tropeza ~

do,

qne encantan en

una

<liscusion literaria,

y

que

dP.s–

barran en

puntos

<le

politica 6

de

ciencias

morales; as i

como

hay

otros que nos

tendratl

con Ja bora ab1erta