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tienen el incalificable poder de hacerse creer prodamando

por todas las vias de la publicidad lo que se avergonzari?n

de decirlo en

SU

Cara a

UOO

de nosotros, y hasta se ve

a

algunos hombres de bien rendirse al oir nuestro nombre

bajo el yugo de un rniedo estupido.

Es preciso que todo esto tenga un termino. ·

Un hombre cuyo nombre ha adquirido celebridad

se .present6 delante de la justicia al fin del -Ultimo siglo.

Nada te!lia que pedir, nada que reclamar para si mismo;

pero un motivo inmenso apretaba su corazon, y exaltaba

su valor. Hijo generoso, hijo lastimado en sus mas caros

afectos por la condenacion de un padre, no obstaute la

autoridad de la sentencia, pronunci6 alla en su conciencia

que era injusta,

y

pidi6 una rehabilitacion solemne. A sus

perseverantes esfuerzos,

a

esta valerosa consagracion de

un hello talento) debi6 el triunfo de ]a piedad filial y una

noble parte de nombradia.

·

·

y

0

vengo como el

a

pedir la r·ehabilitacion de mis

padres. Hijo ofendido en mi alma por. las largas desgq1-

cias de mi familia y la dblorosa iniquidad de la sentencia

que pesa

sobr~

ella, no ambiciono fama alguna, no traigo

talento, solo tengo una conviccion incontrastable. No pido

sino justicia y verdad; no necesito otra cosa. .

Pido la revision de un grande

e

injusto proceso; la

pido para mis padres que ya no existen; la pido para mi

mismo. Tengo la mas indubitable conciencia de que fue–

ron inocentes, de que lo somos. Ellos no fueron juzgados

ni oidos; 6igasenos en fin, juzgueseles hoy.

Se

que este linage de rehabilitacion jµdicial rio existe

- ya en nuestras leyes ; pero la rehabilitacion moral estara

siempre en

la

justicia de la Francia;

y

esa pido.

La pido en nombre mismo de la patria, que no puede

ver por mas tiempo con indiferencia que se vilipendie

y