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ALMA LATINA

~llN(GCO)N

SAN PEDRO V BELEN

No

hay

más que mirar sus

f~–

chadas para comprender su esp1-

ritu. La dP. Belén parcamente

moderna. con su,, altos balcones

y

s ns

escalas

dfl

mármol, en

la

~uta

que

va haeia

la

cind~.d nue–

va.

A nn paso

ele la Avemrla ~el

Sol , del Paseo í;oló11

y

de la

V1_c–

toria. Sau Pedro por el co11tra11O

tiene

n11a

portada vetust,a de mo–

nast-erio ;-111tigno

y

está en el co–

razón de l;t vieja villa

da

leyen–

das

cerca de la 0asa de Torre

Tc:1.gle, á la sombra de u11a iglesia

vetusta prestigiada por altare_s

platerescos y cuadros ennegreci–

dos.

San Pedro tiene algo de miste–

rioso. Dijérase que detrás de la

reja existiera un jardín cerrado,

.:londe n,avegaran les cisnes en

estanques de plata

y

las palomas

dijeran sus tiernos !-rrullos. En

Belén por el contrario hay sensa–

ción de vida, de vida real é ingé–

nua, horizontes amplios, perfumes

primaverales

y

el sol como un

viejo amigo penetra hasta los úl–

timos rincones.

Las

belenistas llevar. en el ros–

tro nn sello de comunicativa

y

fresca alegria. Pasan por las ca–

lles riéndose de todo, hasta de la

misma vida. Las San-pedranas

parecen

flores de invernadero.

Son pensativas y

tristes.

Sus

ojos buscan en las lejanías paisa–

jes que no han visto nnnca. Sus

vocesitas cristalinas parecen he–

chas para cantar romanzas escan–

dinavas.

Se me figura que todas

las helenistas deben tener ojos

negros y mirada ardiente

y

que

~- ~w---~-

~

todas las san-pedranas deben

te–

ner palideces de lirios y ojos

so–

ñadores del color del myosotis.

Hablad con una san-pedran&,

Ama segurament~ las flores y

la

música. Lee con entusiasmo

1011

versos eróticos

y

quizás si es

una.

artista que sabe trasladar al lien–

zo las diafanidades del cielo

y

la"

bellezas de la tierra.

La charla de

una

helenista.

es

deliciosamente frívola. Sabrá pro–

bablemente el argumento de

la

última film del cinema, hará re–

cuerdos de las fiestas pasadas

y

formará proyectos para divertirse

en las próximas vacaciones.

Las de San Pedro visitan los

museos. Las de Belén frecuentan

el Skating. Las unas deliran por

las novelas romanticas. Las otras

nos escriben cartas, pidiéndonos

que abramos concurs·os de chistes

y

chascarrillos, en los que segu–

ramente habría de tri unfar su gra–

cia genuinamente limeña.

Las sa-n-pedranas al pasar jun–

to á nosotros se ruborizan

y

ba–

jan los ojos. Las helenistas desde

la impunidad de su casa con rua–

das, nos sacan la lengua

á

hurta–

dillas de la madre T.

Así son. Las de

la M

adre Ba–

rat como rayos de

lb.na

suaves

y

tímidos que alumbr

aran

las torres

de algún castillo gótico. Las de

la

Madre Aymer de la ('Jhevalerie

como dorados rayos del sol que

re–

verberaran en las paredes brillan–

tes de algún palacio moderno.

Así son. Dulces

y

tristes una~,

traviesamente b.ulliciosas otras.

Buenas

y

bellas todas.

PERIC(:)TE.