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ALMA LATINA
que los títulos de tan penosa y por–
fiada guerra. Los asuntos políti–
cos y financierus hartúbanme so
bremanera. Era una verdadera cri–
sis de inercia o parúlisis intelectual.
Con decir que me sncado una suer
te
y
que aún no la he cobrado, creo
haberlo d :cho todo ..... .
Pero he aquí que una mañana ¡ben–
dita sea!, se me ocurrió ir a refres–
car mi aristocrático spleen en la ro.
tonda de los baños del Barranco.
Ni más ni menos que el rey de
mí
cuento. Poner los piés en la men–
cionado rotonda fué lo mismo que
haberlos puesto en una pila de Vol–
ta. Me sentí ágil en lo físico y fle–
xible en lo moral y hasta recordé
sin el menor esfuerzo una sonrisita
que traje de París, la que de poco
tiempo a esta parte y sin duda a
consecuencia del mencionéldo spleen ,
se me había olvidado por completo.
Es tan grande el acceso de gratitud
que se ha apoderado de mí. ante
tan ruara villoso cambio, que no
puedo menos que hacer esta ( como
se estila con los herbolé1rios) públi·
ca por los periódicos, recomendan ·
do la efiracia de la receta. Lirneñas
ojerosas (marca Runmels), que en–
vueltas en un kimono os pasáis las
mañanas enteras, tendidas en un
((Chaise-longue,, leyendo novelas in–
digestas. Pollos imberbes . que ha–
céis alarde de ateísmo, políticos
concienzudos, vates ilustres, novios
de hoy (héroes de mañana), artist;:¡s
con o sin arte . a vosotros va diri–
gida esta súplica: ¡Acudid a los ha- ·
ños del Barranco! Daos el lujo de
sentaros
y (
después de encomendar
vuestra alma a Dios),descended por
el funicular, pasead por los muelles
y si mucho os apura el calor . pues
animáos a daros un chapuzón en el
mar.
¡Ya veréis!
1Ya apreciaréis
lo que esto significa!
¡Niñas de an
tes de ayer, oíd este consejo! Pero ...
veo que incon-,cientemente. y sin du–
da en alas de mi entusiasmo desme–
dido, he adoptado tono ele prédica
sin estar aún en Cuaresma. En–
miendo mi error
y
vuelvo a mi ser
natural. Amén! ( Pero - parece que
me embarco de nuevo en la orato–
ria místiLa. Todo sea por Dios!)
No haré la descripción del
luga1-
q ue me ocupa, porque ya se me han
anticipado en esta ta1·ea todos los
poetas baratos. JuHamente los ba –
ños del B é1rranco,
$U
mar, su cielo.
sus ondinas, sus subidas y bajadas,
sus bajadas y subidas, son manan.
tia 1 inagotallle de inspiración y no
me deja1-á mentir el semanario ilus–
trarlo llamado BALNEARIOS, plag,.1-
rlo siempre de versos titulados: " ·En
el muelle". ' 'Cabe al muelle'', ··C()n ·
tra ei n1uelle ', " Desde el muelle",
'Bajo el muelle'', etc . , etc.
P,.1
i·a el escribir la multitud a biga–
rrada y bullanguera que desfila en
his
mañanas por los muelles
y
ro
tonch. de los bRños y al redeclo1· del
parque por las tardes, tendría que
peinarme siquiera una vez con
d
peine de Fiansón , a ver si cogía al ·
guna idea suelta. Y precisHmente
este hecho, el ver tanto rostro nue·
vo es uno de los principales enc:1n–
tos de este pueblo, porque le hace
experimentar a uno sensación ele ex–
tranjerismo. Nuestro pequeño n-un–
d ,
1
social es corno un tablero de aje ·
drez. C2da uno sabe el rol de cada
cual y no damos un paso sin encon ·
tra1·nos.
Para convencernos de esta vercfad
no hay más que leer las ((Notas So–
ciales,¡
Los nombres ele las que
concurren a teatros
y
a fiestas ~on
invariablemente los mismos. Y de
tanto vernosyencontran1os 01:urre
nna de estas dos cosas: o nos llega–
mos a amar o
lo contrario, nos
odiamos de tanto vernos.
Sentirse, pues, entre una multitud
t:>:X:traña. halaga por la novedad.
Se echa mano de un cicerone iróni–
co (cosa nada difícil en Barranco)
y se instala uno en cualquier punto
de observación.
¿Ay
de las gratas
sorpresas que nos aguardan! Se