PoR ENRIQUJ<~
A.
CARRILLO (CABOTIN)
,
'Bé aquí un libro admirable. Un
!F'1.
libro que se adapta perfectamen-
te a nuPstra sicología. Es ese
estilo de las crónicas breves de Cabo–
tín el único que se acomoda al público
limeño. Hemos sido educados para es–
te género y no gustamos de otro. Por
que nuestra misma vida monótona e
igual, salpicada a veces de un ;inciden–
te .cómico o de una not:-1 amai gano dá
para mas. De ahí el fracaso de todo
género extenso, de la novela por ejem–
plo. eri el Perú.
Y Cl-rbotin ha sabido Cllger ese inc~–
dente cómico o e,.;a nota arrrnrga y la
h:-1 engHsta<lo en una de esas sus cróni–
e&s maravillosas, en las cnales se sien–
te aún travé,-; de los nños la misma emo–
ción del momento en que se produje–
ron. No ha si<lo el cronista que apun–
ta cotidianamente los hechos, sino que
ha sabido s:-icar de ellos lo que en ellos
bahía de inmortal y de bPllo. Y ha
1-ido poeta con ese empeñoso afan de
hRcPr rwnnanente lo pasajero, que di-
jo Goethe.
·
~:s este un libro digno de ser leido
por nuestras lectoras.
A
el las lo r
C¡?, –
mendamos especialmente. Aunque Ca–
botín que empieza a tener los mismos
achaques que los viejos de sus cróni-
, cas no conoce su sicología y cree que
se va per<liendo la lisura
y
la belleza
clásica de las limeñRs.
El alma de la raza sigue sin ernhar–
go <lando retoños maravillosos y Cabo–
tin ha d e ha her apuntado con gozo,
q~~
el Pspíritú de las tap:-idHs que de–
fen¡~ían la s::iya
y
el manto , como el de
i
•
las abuelas qn e prote,:t::i ban ante los
CongresQ!'i y ,so1ta,han ga )Jinas a los par–
lamentariós. vive "' aún
y
se siente ca–
paz de t ~jer qoronas de· alfafa, p::na las
d~ras cabezas de los representantes he–
reJes.
La lisnra tra<li cional de las Rayga–
dH-que Cabotin rPcu erda con cariñosa
simpRtÍfl. y que yo h e
logrado alca n–
zar viviPnte v lozana RÚn, apPs>1r <l e la
obra d e loR Ȗos, en tfa8 v enerabl es y
c>1nos::1s
~
<le
la que, en los recuPr<lo!';
d e mi hoga r, rememoran las anecdotas