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de existir entre Bolivia i el Perú, desde el estreno de ámbos en
la escena de lo:; pueblos libre.. Los Estados nor i sur perua–
nos
i
Bolivia debían, segun dicha leí fundamental, tener dere–
cho perfectamente iguales, i en consecuencia hacerse represen–
tar por igual número de diputados en el Congre o jeneral de la
onfederacion. Esta di posicion, justísima en . u fondo, sobre
todo, tratándose de
nacione~
que ni en su poblacion, ni en sus
recursos respectivos tenian diferencias digna de nota, no podía
ménos,
in embargo, de su citar la desconfianza de los bolivia–
nos, que comprendían que los dos Estados peruanos, llevados
del espíritu de nacionalidad, procederían siempre de acuerdo
en todo negocio que de algun modo comprometiera el interes
o el amor propio nacional. Bolivia, la vencedora, la pacificadora
del Perú, iba a verse condenada a una eterna minoría legal
i
a
una constante derrota en todos los asuntos que hubieran de
resolver e por el voto de los tres Estados. Si Santa Cruz, boli–
viano i Presidente de Bolivia, se habia hecho reconocer Supre–
mo Protector de la Confederacion por el mismo Congreso
Constituyente de Tacna, ¿significaba esto alguna deferencia a
la Rer:ública boliviana? ¿No era mas bien obra del poder
i
de la
ambicien de Santa Cruz, que, a trueque de gobernar en el Perú
i
de ostentarse al mundo como el supremo jefe de tres nacio–
ne~,
no había vacilado en sacrificar a Bolivia? ¿No era Santa
Cruz el verdadero autor del pacto de Tacna? ¿Cómo, pues, tener
con fianza en su bolivianismo? I entónces, dando una mirada
mas excrutadora al pasado, vínose a hacer la cuenta dolorosa
de la sangre derramada, de los brazos perdidos, del atraso in–
dustrial, de la horfandad, de las escaseces i penurias, de los mil
sacrificios, en fin, que la nacion boliviana habia tenido que
sufrir
i
sobrellevar, por seguir a su Presidente en el derrotero
de su ambicion. El Protector era clejido por diez años
i
podía
ser reelejido indefinidamente. ¿No era de toda evidencia que
las miras de Santa Cruz se enderezaban a perpetuarse en el
mando?
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Lo. enemigos de la administracion (e cribia el Vice–
presidente Calvo a Santa Cruz) han aprovechado con destreza
i
el mayor celo, de la desagradable impresion que causa el pac–
to. Para ellos i muchos mas el pacto no es ya sino un b:-oquel
c n que encubren sus miras sediciosas,
i
a espaldas suyas no