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de Tacna hallaran eco aun en los mismos que lo habían sancio–

nado i suscrito como delegados de aquella República? Decir,

como escribia el Vice- Presidente Calvo al Protector, que la

mal–

dita guerra de Portales,

es decir, la guerra declarada por Chile

a la Confederacion, babia pervertido la opinion, era afirmar un

absurdo, siendo inconcebible que la actitud hostil de una nacion

poco simpática a los pueblos confederados, pudiera ni reducir–

los, ni convencerlos, ni arrastrarlos a condenar su nueva orga–

nizacion política, si en verdad la consideraban apropiada a sus

destinos, a sus aspiraciones e intereses. La guerra de Chile, que

no llegó a declararse sino despues que el Gobierno de esta Re–

pública comprendió con perfecta claridad la enmarañada e ines–

crupulosa política del Protector i el alcance de sus empresas i

aventuras, dió sin duda ocasiona que algunos hombres capaces

de pensar, estudiasen con mas advertencia el curso de los suce–

sos en los Estados confederados i penetrasen los secretos pro–

pósitos de la política de Santa Cruz. Pero esto no habria sido

bastante para un pronunciamento tan jeneral, a no existir otras

causas de mayor entidad que comenzaron a ajitar lo ánimos

tan pronto como la publicacion del pacto de Tacna dió una idea

mas precisa del nuevo órden político creado a la sombra de las

armas de Bolivia.

(19)

Durante la campaña de pacificacion, los

triunfos de Santa Cruz habian, en verdad,

li

onjeado el amor

propio de los bolivianos, muchos de los cuales se imajinaban

que su patria aumentada en territorio, en poblacion

i

en poder,

con la anexion de alguno departamentos peruanos,

i

ganaría in ..

disputable preponderancia sobre el Perú. Todavía, al ver a esta

República dividida en dos Estado

independientes, i a Santa

Cruz erijido por Protector de uno i otro con facultades omnÍ·

modas, i ámbas secciones ligadas entre sí i con Bolivia por los

lazos de una federacion que aun no estaba definida

i

precisada

por una lei especial, el pueblo boliviano se hacia la ilusion de

quedar ventajosamente colocado, mediante el patriotismo i la

hábil política de su Presidente. Estas esperanzas vinieron por

tierra a la aparicion de la lei fundamental del Protectorado, i

recrudeciéronse los antiguos celos nacionales, que nunca dejaron

(19) Véase el pacto de Tacna en Ja nota B del Apéndice.