perclia Bolivia ...... No es esto Jo peor. Como el único argumento
fuerte que se p0dia hacer para cdlrnar los ánimos,
e~
la confian–
za que debe tenerse en el bolivianismo de usted, hasta se duda
de él, i se dice que si usted la inspira entre nosotros no puede
inspirarla léjos, i mucho ménos teniendo que considerar los Es–
tados Peruanos, que siempre son mas fuertes que Bolivia, i dos
contra uno, esté usted o no a la cabeza de la Federacion ...... Me
es sensible comunicárselo; pero peor seria ocultarlo ...... Los
mismos encarnizados apóstoles contra el pacto, que lo estan de
buena
fé,
si les preguntan qué ven o esperan despues de su re–
probacion, responden
tristemente que caos i nada mas. Pero
en la mala acojida universal que ha tenido el pacto, ya no pue–
de ser remedio ni paliativo el aprobarlo, porque al atacarlo, se
han tocado razones que afectan demasiado las masas; por ejem–
plo, la continua saca de soldados al Perú (con destino al Perú)
para sostener este ominoso pacto. Así, mi querido compadre,
veo que es preciso renunciar a él;
i
si usted pudiese venir por
acá al tiempo del Congreso, toca ria lo mismo ...... Lo que debe
ocupar nuestra atencion es hacer un vado para salir de este pan–
tano, es decir, dar una larga a la negativa que dé tiempo a usted
a abandonar el Perú, sin violencia i in un total abandono de los
buenos peruanos que e. tan comprometidos en nuestra causa, o
buscar un medio de endulzar la negativa. El Arzobispo, que le
escrihe i que es el único a quien he participado que le hago
e ta comunicacion, parece que opina que se podrá trabajar en
su aprobacion parcial, modificando los artículos que mas han
chocado, corno eleccion de Presidente de cada Estado, la de los
Supremos, la facultad de presentar proyectos de lei a los Con–
gresos;
i
en tal caso trabajaríamos porque al rnénos pasase lo
de la supremacía militar, que es el alma del pacto. Tambien se
me ha ocurrido que podíamos fijar un término menor al perío–
do que debe durar el primer Protector que se elija. Algun otro
me
~ha
indicado que podíamos hacer que este Congreso adop–
tase el pacto, como meras bases que debería sancionar la Lejis–
latura del año 39, corno para suplir las formalidades que no pu–
dieron observarse en el Congre o de Tapacarí. Si a u ' ted se le
ocurre algun otro medio que consiga el mismo fin, puede usted
indicármelo para trabajar en su adopcjon con todo el empefío