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l

I j.

y

orm drogas; pm

el

&él:o de purgados

del'

mecor. i~

dicen que les

es

muy perjudicial,

y

muy propio p.1ra oca–

sionu r en ellos, irritaciones, pasmos, dolores combulsioncs,

y

otro s mil accidentes: pero que importa si la vieja par ·

cera dixo

<JUC

era muy eficaz,

y

L11iliiíma

?

valgame Dios

y

en donde es tamos

!

aqui

ó

en los Siglos lm baros

?

Qic

esto

pasase en

aquellos

tiempos

de

ignorancia,

y

qu ando la

Ciru¡?ia

tenia

ws

principios, medios,

Y'

fines

en la choia

de

un barbero : quando

l;¡

extension de sus

co–

noc imientos no alcanzaba

mas allá

del manejo de una na–

baja, de una lanzeta, de la maquina idraulica de Galeno ,

y

una s fritadas de malbas, ya lo enciendo.

~e

esto p:ise

en

algunas regiones incultas, barbaras,

e

incibilizadas no

lo

escraóo; pero que ahora en nuescros mismos dias, en nu·

estro mismo pais, donde nos rnµo nemos, y gloriJmJs de

csrar

fJmi

1

iarizados con lot mas sublimes conocimiencos,

y

donde tanto abu ndan sabios Profesores,

y

celosos Magis–

trado s,

se

piense del mismo · modo que en

1ic.mpo de

nuestros guarros Abuelos que en paz eterna de"scanzen,

no se

puede tolerar ni

sufrir

5in decir

todos: AMEN. ,

PROSIGUE EL RASGO

PINTORESCO

DE LA

MADA~

ma

Limeña.

TIERNAS,

y

confom voces

imploran

á

esre

tiempo

las

clemencias del ciclo, y el

s~grado

Ministro del Santua·

1io

franquea al pnnto

las

llaves

<ld

Propiciarorio:

á

Dio;

/;rjos queridos! (nos

dice)

pues

no hay otro alivio, no

hay

otro remedio, r;o hay otro comuelp>

que

el

de::

Ha!

iva

á

echar