'106.
tos
del
:me.
Tal es
el
vulgo· en su modo de pensar, qne
prefiere m1a suc;esion harmoniosa
d.~
vo<:es '. de·
g~vef~· ~in·;
únéion, sin concepto 2lguno, que no sea obscuro iiiiriteli;.!_'
gible,
y
41 geno de los sentimientos, que d:·bc11 manifemr
las
palabras, para .que pueda verificarse
el
fin de ·su ins•
titucion.
Nunca pensaroh de este modo las discretas mada–
maf,
&
quienes .ditij
i:>
mis discursos· sobre las mawias
dét;
presente tirulo: pues saben muy bien estas Señorim ( gra–
cias
á
una repetida experiencia
)
<lue los ricos adornos, su-.
perAuas galas,
y
redundancia de preciosos diges no es ca·
paz de dar nueva, y agradable for ma
á
quien
110
la
ruv.ie.-.
re por si.
U
na·mona adoroad3,
y
ataviada con
el
rico agra..
ciado mge de una petrimetra Pa risiense no seri cap;z de
agradar
á
un galan, ni una villana labradora remira el ayre,
y
rustico ,gracejo, que la dan rn pelico, caiad.o,
y
zurron,
si la aderezan con polvos,
y
brocados; por que
en
con-:
trapocision,
y
contraste de la blancma artificial ·de su
pelo~
resaltara su tostada piel, haciendo ingrata prespeéliva, al
paso que los pendientes rasos,
y
brocados no puedJn
ocultar al publico los torpes sobresalientes trozo s,
que
ba–
xo de un grosero sayal hacían una agradable fachada de
rus–
tica vellez;;. Saben
esto
mlly bien las Señoras mugeres,
Y.
110
es
cstraiío sepan, qlle cada clase de asuntos tie-.
ne
sus locuciones co rrespondientes : pues
ni
ta cnm•
bre del Olimpo
fue
ascecible jamas
á
las tortugas; ni la
del
Parnaso
á
tos asnos. Atengome
á
su
modo de pensar,
y
riiía
yo
con
todo
el
mllndo, por no meterme
ia
im'~ntar
nuevas estraiias l0cl'lciones,, fuera
d¡:
las que me prescribe
la btJena retorica. Hable
yo
de niños con SllS madrecitas,
'i
COI!
quien
me
en~ienda,
y
dirija
el vulgo
~us
encomios en
!os