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siguieron la entrega pérfida de mi hermano por un com–

padre suyo en el pueblo de Langui. Entonces estos

tigTes aguzaron sus g·arras

y

nada omitieron <le feroz

para hacer exquisita su presa ; conducido al Cuzco con

su esposa Doña Micaela Bastidas, sus hijos Fernando

é

Hipólito, su cuñado Antonio Bastidas,

y

otros deudos,

el visitador Areche lo mandó comparecer cargado de

cadenas,

y

con toda la fiereza

y

org·ullo de déspota le

preg·unta por sus cómplices,

á

que contestando no cono- ·-

cerios de vista, mandó reunir todos los vecinos decen-

tes

y

se los presentó en línea para que de entre ellos

señalase

á

quienes conocía cómplices; entonces con

un noble desprecio le dice: aquí no hay mas cómpli-

ces que tú, y yo ; tú por opresor,

y

yo por libertador

merecemos la muerte. El precio de esta contestacion

la sentirán las almas que saben odiar cuanto es debido

a

los déspotas ; ella es una verdad conocida de los filó–

sofos, porque saben bien que en un país despotizado

solo el déspota es criminal; que el hombre esclavizado

se halla en un estado contra la naturaleza,

y

que

el

ti–

rnno ha hecho degenerar

á

esta en su daiío, convir–

tiendo contra él todos los seres destinados por aquella

á

su mejora y engTandecimiento. Que la madre, dán-

dole las primeras lecciones <le la obediencia cieg·a, el

vecino seduciéndolo con su ejemplo, sus superiores

obligándolo

a

seguirlo, sus iguales arra strándolo con su

opinion, que todos han cooperado

á

labrar sus cadenas.

¡

Fatal influjo el de la tiranía! Ella hace obrar

a

todos

sus súbditos con mútuos esfuerzos para oprimirse,

y

los

mantiene en una especie de guerra para hacer leg·ítimo¡¡

sus robos

y

sus asesinatos; y así en él los crímenes como

la sangTe de sus venas parten de su corazon para vol-

ver

á

él,

y

de todos solo el déspota es la fuente

pri~

mitiva. Esta verdad proferida en medio de las cadenas

de donde solo esperaba Areche la humillacion lo irrita,

y

al imponente aspecto de una alma tan elevada como

fuerte, teme

iU

codicia española la pérdida de la presa.