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II -

XV

REFORMA REGLAMENTARIA

Com,) tuve ocasión de expresarlo en mi ant@rior Memoria, el regla–

o-lamento actual de la Biblioteca es muy deficiente.

"

Ante todo conviene que la Biblioteca Nacional no esté

á

disposición

de multitud de personas que ven

en

ella, .no una rnstitucíón de estuciío y

de consulta, sino un lugar de pasatiempo. No debe confundirse su carácter

con el que invisten las bibliotecas populares. De cuarenta personas, tér–

mino medio, que concurren al salón de lectua, la mayoría es lectores de

obras frívolas ó de entretenimiento.

La vigilancia que sobre tan crecid_o número de asistentes se ejerce sólo

por dos empleados, es ineficaz para

imp~dí_r

que malogren ?bras de

im–

portancia, arrane.anclo grabados y aun pag111as d€1 texto, sobre todo en

periódicos y libros de versos. No ha sido posibk,

á

pesat· cle las diversas

precauciones por

tní

y

por los empleados adoptadas, sorprender infragan–

ti

á

uno sólo de esos mal íntenoionados; y procediendo sólo por sospe–

chas, un tanto fundadas, he tenido, en el trascurso de seis años, que ne–

gar á cuatro personas asiento en el salón de lectura.

Casi puede afirmarse que, entra por mucho el €spíritu de destrucción,

como resultado de malos M.bitos ó de ed1,1cadón descuidada. No somos

afanosos para conservaf¡ pero sómoslo para destruír. Por pereza para co–

piar nn artículo ó una composición, hay, y no pocos por desgracia, lectores

que, como he dicho, prefieren hacer irreparable perjuiGÍo,

malograt~do

un

libro tal vez raro

y

de adquisición dificilísima, si no imposible. Eso nos ha

pasado recientemente con una curiosidad biblíogt'áfiea, que por tal estimo

el primer número de la colección del

~comercio~

de Lima. No valorizan

los destructores la importancia del daño que ocasionan, cons·iderando fal–

ta leve y sin consecuencia lo que, en realidad', \!S delito y grave.

Por eso,

y

aunque el reglamento en vigencia no autoriza mi proceder,

he pr?,hibi<lo g_ne los

i~J~nalDles,

elz.evire'>

~

demás

li~ros

notables por su

anttgue-dad, lujo de edrc!t>n, rareza

u

otra c1seunstanc1a que los revista de

especial mérito, sean puestos e-n manos de los que concurren por pasa–

tiempo y no por manifiesto amor al estudio. Así se vá

impidiendo que

sean sust1·aidos grabados de gran mérito artístico, y que sólo en r11i des.

pac~o,

y bajo mi

peno~al

vigilancia, son

exa~i?ados.

Los grabados que,

en

libros y

tom

os espec1al·es

1

p_osee nuestra B1bl1oteca representan un va

lor.que

ex

~e.de

de diez mil soles, según tasación hecha por un distinguido

artista

y

VIaJer

o.

Mucho me holgaría <le ver restringido el derecho de concurrir al sa–

lón de lectura, limitándo sólo á los que solicitan obras de consulta en los

diversos ramos del saber humano. Sóio así tendremos Biblioteca Nacional

digna de este nombre.