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ro-

mas, resistiéndose

á

suscribirla uno de los albaceas. Como tan pequeña

suma no valía la pena de litigio judicial, acepté vender Ja

letra por

20

libras, para pagar las acreencias

á

que me referí en dicha Memoria.

En los dos años corridos no he gestionado ante la testamentaría

el

abono del veinte por ciento que adeudaba

á

la Biblioteca, convencido de

lo estéril que habría sido mi exigencia. Gestione el Supremo Gobierno, si

lo encuentra conveniente.

XIII

EDIFICIO

y

MOBILIARIO.

Con el auxilio extraordinario clel legado Sevilla fué posible atender,

en 1888, á la pintura de

la fachada y patios del edificio, así como á

la

adquisición de muebles para los salones y decente arreglo de la Dirección.

No obstante, en Julio de

I

889, distrayendo de su objeto una mensualidad

de la subvención municipal, atendí al aseo de las paredes exteriores. En

este año procederé de idéntica mane_ra, haciendo el g•sto de

la subven–

ción oficial correspondiente

á

Julio.

Creo necesaria la construcción de aparatos para colocar periódicos,

y

el aumento de mesas

y

sillas para los salones. Toca al Supremo Gobier–

no atender á esta necesidad.

En el edificio, aparte del local en que funciona el Ateneo y del asig·

nado para la Academia Correspondiente, se ha cedido

á

la Sociedad Geo–

gráfica el departamento que ocupaba mi antecesor.

XIV

GALERÍA DE PINTURA.

En el bieno se ha aumentado con un

c~ldro,

original de artista pe–

ruano, reprentando á Ja Purísima, y que fué propiedad del supreso Tribu–

nal del Consulado de Comercio. También, por donativo del finado doctor

Abadía, se ha catalogado un buen cuadro religioso.

Los salones en que están los cuadros no eonstituyen una galería sino

un lugar de depósito. Ni el espacio ni las condiciones de luz la permiten.

Muchos de los lienzos descansan sobre el piso, porque no hay sitio en

las paredes para su colocación.

Con ínsistencia he pedido al Supremo Gobierno !a traslación de la

Galería á local apropiado, para salvar

mi

responsabilidad si, con el tras–

curso del tiempo

y

por descansar sobre el suelo, llegasen á sufrir deterio–

ro algunos lienzos. Reitero hoy la exigencia. Tal vez en el Palacio de la

Exposición podría comodamente establecerse la Galería de pintura.