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das las expediciones y hechos de armas. Al caer pri–
sionero José Gabriel Túpac Amaru (mediante la trai–
ción) Juan Bautista se puso a salvo, ocultándose, hasta
que la delación de una mestiza le ·entregó a sus ene–
migos. Después. . .
lo condenaron a ser azotado por
las calles del Cuzco y al encierro en presidios de la
Metrópoli. La larga y dolorosa odisea de este patriota–
mártir, que comenzó en 1780 y terminó en 1822, él nos
la hace conocer, débilmente, en sus
Memorias.
El ilustre publicista argentino Héctor Pedro Blomberg
publicó en el suplemento dominical de "La Nación" de
Buenos Aires, de 23 de Marzo de 1930, bajo el rubro
"Las Cadenas del Inca" un breve ensayo histórico so–
bre Juan Bautista Túpac Amaru, transcribiendo algunos
acápites de dichas
Memorias.
De este ensayo copiamos
a continuación algunos párrafos, por creerlos muy opor–
tunos en este sitio:
"Una mañana -escribe Blomberg-- del año 1822
des~
embarcaba en Buenos Aires un anciano de semblOinte
cobrizo, un indígena de cabellos blancos, apoyado en
el hombro de un religioso. Llamábase Juan Bautista Tú–
pac Amaru y era nieto del último emperador del Perú..
Llegaba enfermo y octogenario, en la miseria, cubierto
el broncíneo cuerpo de trágicas cicatrices, aquel pos–
trer representante de la dinastía de los Incas."
"Venía de Españo, a bordo de un velero inglés. Cua–
renta años pasó
e~
Los presidios de Africa y de la Pe–
nínsula, desde la sublevación famosa de los indios, en
1780, sublevación que dirigió su hermano José Gabriel
Túpac Amaru. Durante ocho lustros el pobre Inca había.
arrastrado su existencia miserable por calabozos y pri–
siones, lejos de la Tierra del Sol, ensangrentada con el
suplicio de los suyos."
"Merced a
la nobleza y a
la generosidad de Juan
Bautista Azopardo, el héroe de las primeras campañas
navales argentinas, con el cual trabó relaciones en el
presidio de Ceuta, donde estuvo preso el famoso mari-: