ALMA LATINA
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Rincón amableM
Sampedranas a discreción
De viaje
Yo no sé porque se dice que son
11111y
alegres las vacaciones. Ha co–
memado junto con ellas el desban
de ele las golondrinas
Todas las
po;litas abandonan esta Lima ca–
lenturienta y empolvada. Y los hal
n ea rios se puebla n d e alegría y de
aroma. Chorrillos, Barra nco. iV[i ·
raflores y hasta el Callao, reeiht'n
su precioso contingente de pollitas.
Rositas~ ha ido tamhién al Ca-
llao ....... pero para embarcarse a
Huacachina. Ha desdeñado toda
la perspectiva sentimental de la
temporada veraríiega
y
ha ido a
sumergirse en las aguas cte la no
muy hien oliente laguna del lugar.
N, sotros fuimos a acompañarla
hasta el vador. Fue el treinta y
uno de diciembre. Nos olvidamos
del compromiso con Bebé y nos fui–
mos con los caramelos de
rose
y el
bouquet
de flores a bordo del «Im
perial». Rosita estaba alegre y de–
cidora. Mientras su familia y ami–
ga s, conversaban en el Salón, no–
sotros estabamos asomados a la
borda del vapor. Veíamos desfilar
sobre el mar plomizo
y
seren, ouna
serie de lanchas en las que viajaban
lo~ más extraños y desconocidos
pa :--ajeros . De pronto en una la n–
ch;.t a utomóvil entre unos cuantos
horribles japoneses, vimos br illar
la seda de
un
kimono
celeste. Tam–
bién Tan Kiú se iba y se iba a la
China , lo que es más triste toda –
vía. Entre la China y Huaca-china
hay alguna dife1·encia. Tan Kiú,
nos sonrió tristemente, dicién1lonos
con sus ojos rasgados y nostálgi ·
cos, tocia la pesadumbre ele su al ·
ma. Al alejarse nos hizo un último
a di(>s con un pañuelito de s eda
blanc-o
y
se ocultó en la lancha
para qÚe no la vieran llorar.
-Esa japonesita tiene más
co–
razón que Ud. Ya ha visto como
llora esta separación. H~ sentido
deseos de acompañarla a la China.
Magnífico, Nicolasito.
¡Una
gran idea .
¡Qué crónic&.s las que
haría, mientras sorbiese traguitos
de té en algún kiosco perfuma do
de crisantemos! Y que bien le sen–
tarían el Kimono y la peluca japo–
nesa. Se pareceria Ud. a los mu
ñecos que venden
Kisutani.
Váyase
Nícolasitó. ¡Quizás tenga Ud. éxito
entre las japvnesas!
-Nó, Rosita. Mejor ~stoy a su
lado. Las japonesas son adorables,
pero les falta algo. Y ese algo s ,,n
los ojos, rnara villa de luz en las
mujeres ele nuestra tierra ... .. .
En ese momento toda la chiqui–
llería alegre y bulliciosa, se uni ,'> a
nosotros
y
tuvimos que separarnos