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I 2

?•

do.

<

Y qllien diri que

todos estos efectos tln palpabler

eo

aquella tierna edad no son procedentes del gusro,

y

placer, de la di splicencia,

y

desagrado,

que causa en su

animo la pose ion,

y

privacion de

~quellos

objetos,

3

cuia

presencia maoifesraban sereno ,

ó

turbJdo semblante,

y

en

cuia ausencia lloran,

ó

serenan, si n dcxarnos ta menor du•

~a

sobre et cxercicio de

su

voluntad, deseando, y querier.–

~o

lo que agrada, y deleita,

y

aborreciendo

lo que cja

pena, disgu sto,

é

inqu ietud. ?

No tienen lengua para pedir, en verdad, ni fuerza

para la consecucion de lo que apetecen; peru

:i

pocos

ensayo s de condescendencia, con que sus madres procuran

ya

aplacar su llanto con agradables objetos, ya fomentar

su alegria, y complacencia, variandolos

á

menudo, compren-

. den tdmbien el medio de su consecucion, que es el llanto,'

y

saben recurrir

á

el, tan presto como echln demeno s lo

que apetecen. Lloran en la obscuridad de la cuna desean–

do ver la luz, cuio resplaAdor les agrada;

y

llo ran en la

, :ausencia de su madre, pidiendo su compa ñia,

ó

el pecho

que les falta para

su

alimento: cesan de llorar luego que

salen

á

luz, y

su

rustro se cubre de

inocente alegria

al

,verse en los brazos de su madre.

'

Estas observaciones reales hacen ver desde luego

. que el primer cxerdcio del animo del hombre

se mani·

, fiesta en su innata incl inacion de hacer,

y

querer hacer

las

. cosas

á

su modo. Aunque parezca pues necedad,

y fa na..,

tismo

el

asegurar, que sobre

estos

verdaderos principios;

puede una racional direccion empezar desde los

primero~

. días

un metqdo de correccion sobre

las

inclinJciones

y

.deseos de los

niños,

sin perjuicio de los cuidados,

que

deben

dirigirse

al

afecto

· de

su

consolidacion,

y

robustez¡

n_q e¡

~ino

la

pur~

r calidad. Qre

d~mina

generah

mente