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do.
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Y qllien diri que
todos estos efectos tln palpabler
eo
aquella tierna edad no son procedentes del gusro,
y
placer, de la di splicencia,
y
desagrado,
que causa en su
animo la pose ion,
y
privacion de
~quellos
objetos,
3
cuia
presencia maoifesraban sereno ,
ó
turbJdo semblante,
y
en
cuia ausencia lloran,
ó
serenan, si n dcxarnos ta menor du•
~a
sobre et cxercicio de
su
voluntad, deseando, y querier.–
~o
lo que agrada, y deleita,
y
aborreciendo
lo que cja
pena, disgu sto,
é
inqu ietud. ?
No tienen lengua para pedir, en verdad, ni fuerza
para la consecucion de lo que apetecen; peru
:i
pocos
ensayo s de condescendencia, con que sus madres procuran
ya
aplacar su llanto con agradables objetos, ya fomentar
su alegria, y complacencia, variandolos
á
menudo, compren-
. den tdmbien el medio de su consecucion, que es el llanto,'
y
saben recurrir
á
el, tan presto como echln demeno s lo
que apetecen. Lloran en la obscuridad de la cuna desean–
do ver la luz, cuio resplaAdor les agrada;
y
llo ran en la
, :ausencia de su madre, pidiendo su compa ñia,
ó
el pecho
que les falta para
su
alimento: cesan de llorar luego que
salen
á
luz, y
su
rustro se cubre de
inocente alegria
al
,verse en los brazos de su madre.
'
Estas observaciones reales hacen ver desde luego
. que el primer cxerdcio del animo del hombre
se mani·
, fiesta en su innata incl inacion de hacer,
y
querer hacer
las
. cosas
á
su modo. Aunque parezca pues necedad,
y fa na..,
tismo
el
asegurar, que sobre
estos
verdaderos principios;
puede una racional direccion empezar desde los
primero~
. días
un metqdo de correccion sobre
las
inclinJciones
y
.deseos de los
niños,
sin perjuicio de los cuidados,
que
deben
dirigirse
al
afecto
· de
su
consolidacion,
y
robustez¡
n_q e¡
~ino
la
pur~
r calidad. Qre
d~mina
generah
mente