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al mismo tiempo las razones políticas que exigen ·una de aquellas

providencias que aseguran, a lo menos, todo recelo de inquietud,

a que aún obliga a aquel principio cierto y primera ley de la con–

servación del orden público. Bajo estos principios me tomo

la

libertad de molestar a Vuestra Excelencia para <!Ue sirva dirigir–

me en esta oscuridad, dándome aquellas órdenes <!Ue contemple

más justas y oportunas, pudiendo yo, fiado en la benignidad de

Vuestra Excelencia, añadir únicamente que en aquellos de quie–

nes se pueda formar sumaria, se procederá según dicte la razón

y justicia; pero en los demás creo que en los que no son de la

familia se les deberá dar libertad a los que no se les pueda com–

probar delito, para que así conos.::an las piedades del Rey, y a

los que son de la familia transplantarlos donde puedan ser útiles

al Estado, sin causar tantos recelos, vues en verdad ellos no tie–

nen más delito <!'Ue llevar el infausto nombre de Túpamaro o estar

- enlazados con él. Muéveme a pensar de este modo el <!Ue en estos

países es vreciso obrar de modo nue no se haga el Augusto Nom–

bre del Rey más odioso, creyendo el Dúblico ser su intención el

vertir tanta sangre, y al reflexionar la justicia con que se pro–

cede con el principal que quería volver a conmover estos países

alterando su quietud, y a los que acreditaron con hechos poste–

riores al verdón, rrnerer seguir sus banderas, la equidad que usa

con los que pone en libertad, y la prudenda en separar de estos

países a los que J.!IOr la proximidad de parentesco y recelo de igua–

les pensamientos, como tan fatalmente nos lo ha enseñado la ex–

periencia, pudiesen algún día suscitar las mismas ideas, tenien–

do presente no bastó la precaución del Señor Toledo, admirará el

Mundo y confesarán estos habitantes los felices días que disfru–

tan con un soberano tan benigno, que pudiendo justamente ex–

terminar a los Que

t~nto

le han ofendido, prevonderá más en su

amable corazón la benignidad, deseando en cuanto lo permita la

justicia la conservación de un vasallo ante que su pérdida. La

translación de los 69 que quedaron, entre los que hay cinco o

seis niños, contemplo <!Ue con cien milicianos se podrán conducir

a Lima, y de allí a donde Vuestra Excelencia dispusiese así, por–

que no creo haya que recelar en las provincias, faltando ya el

Jefe principal, como porque aquí gastan al Rey en . sus

manut.en

ciones el mavor número de tropa por su oostodia:, y

porque li–

bre esta tierra de esta semilla que tan mal frut-0 ha producido,

podrá el erario descansar algo con librarse de algunos gastos,

pues es un milagro, como los soportan, pudiéndose decir sin li–

sonja que sólo la mano que lo gobierna es capaz de sostenerle

en el vigor con que lo vemos, y su prudente economía fomentarla

de modo que pueda subvenir a tan inmensos gastos, bien que yo

me adelantaríit a proponer se partiesen a Europa, principalmen–

te en el día que ya tenemos vaces y habrá de restituirse algún

navío de guerra, poniendo en la superior comprehensión de Vues-