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ALMA LATINA
LAS MODAS
¡Oh
la
mo<
a! ¡Qué palabra más
bonita! 1ne decia el otro ,
ía una
encantadora, colegia la. Estac¡:¡,mos
eu el Tennis de Barranco. Una
hamilde glorieta nos prestaba su
i:sombra cariñosa. Ella vestía un
irreprochable uniforme azul. Som–
brnro esc00és graciosa m.ente
la–
dead0.
A
la moda d e las trinche–
ras.
Unas botitas de charol apri–
sionaban
s11s
pies breves y finos.
Y
ella me decía abri endo sus
grandes ojos n egros.
-Y
¿C'.Ómo segni ria? Si este
bendito nuiforme no se presta pa–
ra riada ....
-Pero le sienta admirablemen–
te Rosita ....
-Ud. siempre tan cándido Ni–
colasito. Si sigue Ud. así no le
voy á 0o ntar nada.
Y
no va á po–
d er escribir s u articul o.
-No se moles t e Rosita.
Y
tomo
una humilde actitud infantil. La
actitud de los niños cuando l es
prome ten relatar! un cu ento. A
ell a le complace mi sumisión. Por
que con el aire de una abuelita
muy seria
y 111ny
dul ce
á
la vez
comienza su relato.
La moda es una pa.labra que
ha tenido siempre para las cole–
gialas un atractivo singul a r. El
atractivo de roda fruta prohtbida.
D e
aqní
qne el
yugo aznl d el nni–
forme les p a rezca insoportable.
Apenas si les deja libertad para
introducir nna que otra .moda.
En el peinado. En las libros. En
unas carteri-tas: que eran como un
tocador ambulante. Delicioso ras-
go 'le coquetería femenina.
En la
corbata. En los ojos.
-¿ En los ojos Rosita? ¿Esta–
rían de moda los suyos?
-No
me
interrumpa Nicolas-i–
to.
Y
!l.
le explicaré. Hay época.s
en ( ue se usan las ojeras. Una.
moda bastante fácil. Basta un
buen lápiz Faber para cs ':.ar
á.
l a
modR.
_Y
yo me imagino todo un cole–
gio de niñas ojerosas y pálidas.
D ebe dar la sensación de una sala
d e hospital. De enfermas de amor
y de tristeza.
Pero no es esc;1, la moda que ha
tenido más
éxito.
Un día. Mejor
dicho: una mañana. Faltaban cin–
co 1ninutos nara las nueve. Esta–
ban en pleno~ es turl-io. Un pasito
m enudo y apurado sonó en el sa–
lón.
Ingresa.hannn. a.lumna de
3~
clase. Una de las r einas de la mo–
da. La a tención estaba fija en
f'lla. La rn'1clre
vigilnntP
rw no t ó
nada de p articnlareu la «toilette»
Pero las alu.mnas, se dieron cuen–
ta de algo. Un detalle. Un p eque–
ñísimo detall e. Dn detalle que
una de las que constituyen el Ju.–
rado de la lVloda calificó como:
«un admirable descuído».
¿Cuál era el detalle pregunta–
rán Uds? Pues simplemen te : ha–
ber dado una vuelta al cinturón.
Y
l a h ebilla de este se mostraba
r eluciente en la espalda de la in–
novadora.
En «los arreglos » la Reveren–
da Madre U. se pudo dar cuenta.
de que todas sus alumnas se ha–
bían distraído. Todas se habian
puesto el cinturon al revés . .
Esa es la moda en San Pedro.