ALMA LATI JA
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DE LA QUINCENA
Edito1ial
Voy a escribir un editorial. Un e–
ditorial muy ~ien pensado y muy
adecuado. Un editoriál formidable.
Y con el cual he de convencer
a
mu·
cha gente. Me dirán que este no es
el lugar de escribirlo.
Y
que yo no
soy la persona lla macla
a
hacerlo.
¡Bonita objección! El señor Perez
Canepa vá a publicar un libro. El
señor Bustama nte preside la Ju ven·
tud Católica.
Y
el señor Nemesio
Vargas está escribiendo la Hist11ria
del Perú.
¿
1:-'or qué
110
hé de escribir
yo artículos de f,>ndo?
¡Y
aquí una
reflexión editorial a pelo!
En el Perú cualquiera es cual–
quiern cosa. Con la añndidura ele
que e~a cosa.t·s
a
,,eces un Ministe–
rio .
Y
el
cualquiera nn pri
1110
ele!
Rey de Bélgica. Tod1, el mundo se
cree capacitado p:ua desempeñar
cualquier ofici() El que menos re·
snltann fi1rnncistn.
Y
cL1alquierotro
directnr de periódico.
Y
de oposi–
ción torla
vía Yo
no pu ede, consen–
tir eso.
Y
110
de'.)O d e_iarlo pasar por
alto en este ecl1tori :-d -Porque !si
seguimos así corremos peli~ro De –
rrepente tenemos a! ~eñor Escudero
de Dírector
el:!
la
Filarmónica.
Y
al
señor Dancourt de Presidente ele!
Ateneo.
Pero no es
mi
intención hablar de
tan distinguidas personalidades.
Conocidas son del púhlico sus me–
recimi entos y prendas personales.
Un elogio suyo en estas columnas
sería in ecesario. (Este párrafo es
tan oportuno, después de lo ante–
rior que recuerda muchos editoria–
les de «El Comerciow).
Mi intención es otra. Trata1·é
ahora de un punto excepcional. De
un punto que mi inteligencia
y
mi
visual de águila ha divisado entre
muchos
otros puntos
( Colóni-
da) . Hablaré del Centro Universi–
tario. Para tratar de este asunto
es necesario conocer el lenguaje a–
propiado. LenguHje especial. Sono–
ro.
Y
despampanante. En el cual
era un maestro el más r eco rdado de
nuestros presidentes. El señor Re–
voredo. (En homenaje a su memo–
ria leáse Revoredo donde dice Cen ·
tro).
«Señores. El Centro está en inmi–
nen tí s imo peligro de irse abajo.
01-
vírlando intereses y ocupaciones
personales no he trabajado sin0
por la prosperidad del Centro. Por
desgracia que lamento hondamen–
te, el Centro no ha conseguido snr–
gir. Mis esfuerzos han sido estéri
les.
Y
estoy con grandes éleseos de
rnandareste pobre Centr.o .... a Chi–
leu.
Retirado el señor Revoredo, la
institución
ha
seguido en decaden–
l'ia.
La decadencia es una ley de to–
cfas
las sociedades (La Epoca). Pe–
ro
ahora el señor Denegrí ha veni–
d
o a comunicarme que surge el Cen·
tro.
Y
yo . como
!;OJ
amigo de él,
estoy conforme.
Para esto va a convocar una
Convención. Una Convención estu–
penda. Irán cinco de egados por ca–
da Facnltad, y discutirán l os gra–
ves problemas
universitarios. A
puerta cerrada y a oscuras . Las
discusiones se encargarán de hacer
luz.
Respecto a la constitución de esta
gran Asamblea creemos convenien–
te exponer nuestra~ ideas. Pensa–
mos que la representación por Fa–
cultades es deficiente. Sería mejor
la representación por colores. Por
todos los colores. Inclusive los po–
líticos. Bajo este dictado se conce–
dería siete delegados a cada Facul-